Whilom publica The Missing Room, una banda sonora sin película cargada de memoria y texturas lo-fi
- Redacción 120dB
- hace 1 día
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El pasado 7 de abril se lanzó oficialmente The Missing Room, el segundo álbum del artista británico Whilom. Con una propuesta que oscila entre el post-rock lo-fi y la electrónica ambiental, el disco se presenta como la posible banda sonora de una película de arte que nunca existió. Con guitarras melancólicas, voces en el límite de lo audible y una estética deliberadamente desgastada, Whilom da continuidad a la línea iniciada en Apport (2024), su anterior trabajo, aunque con un giro aún más pronunciado hacia la nostalgia y lo acústico.
En este nuevo álbum, los sintetizadores ceden protagonismo frente a una guitarra lo-fi cargada de texturas que en ciertos pasajes se aproxima al shoegaze o a la folktrónica, sin abandonar del todo el componente electrónico. Piezas como I Know, Palimpsest o la propia The Missing Room recuperan el protagonismo de los sintetizadores para mantener el carácter ambiental del conjunto.
Uno de los momentos más singulares del álbum es "You & I Are Earth", una colaboración con Lury Amagawa donde se cruzan palabra hablada de corte filosófico y paisajes neoclásicos. Esta misma pieza se presenta también en una versión instrumental hacia el final del álbum, cerrando un ciclo dentro de la narrativa sonora de The Missing Room. Además, la influencia de David Lynch, recientemente fallecido, marca el tono de temas como "Sonder" y "Like Regular Chickens", que evocan ese clima onírico y enrarecido que caracterizó gran parte del universo del cineasta.
Una de las particularidades del sonido de Whilom proviene del uso de viejas grabaciones familiares. “Mi abuelo dejó un montón de cintas cuando murió: conversaciones, entrevistas con familiares, incluso grabaciones mías cuando tenía cuatro años. Hay un almuerzo familiar de los años setenta registrado completo. Al samplearlas, esas cintas aportan una capa de alma”, explica el artista. Estas grabaciones están cargadas de imperfecciones técnicas —interferencias, fragmentos de programas de radio— que, lejos de corregirse, son integradas como parte esencial de la textura sonora.
Pero no solo hay memoria heredada: también hay un diálogo con su propio pasado artístico. “Estoy en otra etapa de mi vida y en un viaje creativo distinto. La tecnología actual me permite volver sobre mis antiguos trabajos, que a veces tienen una calidad dudosa, pero eso refuerza la sensación de desgaste. Es como colaborar con una versión más joven de mí mismo a través de las décadas”.
Radicado en Letchworth, la primera ciudad jardín del Reino Unido, Whilom inició su camino musical en los años noventa experimentando con software de trackers en computadoras Amiga. Su sonido actual es el resultado de una evolución marcada por décadas de maduración y reflexión, que lo han llevado a construir una obra íntima, fragmentaria y profundamente personal.
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