Fernanda Perochena se ha venido formando un nombre importante en la nueva escena de la alternativa peruana. Junto a la limeña Ximena Vásquez hace parte de Hela Freya, un proyecto de hip hop lo-fi y R&B, con la que ha venido trabajando desde 2018. Así mismo, ha colaborado con exponentes del género en su país como el rapero A.C.O, con quien se ha reunido para tres canciones a lo largo de los años, Adrián Bello y Ruiz-Gonzalez. Sin embargo, no fue sino hasta hace un par de años que Perochena empezó a darle forma a ese bosque híbrido y pletórico de colores musicales que es su carrera solista, un lugar en el que cada uno de los elementos de su propuesta de valor florece entre piedras de extraños brillos y en el que vuelve a la forma primera de la canción, la voz y la melodía depurada, la historia íntima y con sentido, el cuerpo humano como mimesis del sonido del mundo. Así, por fin, acabamos de recibir su primer álbum en solitario, Verano infierno, un esfuerzo riquísimo de diez cortes que es sobrecogedor y cálido. Reuniéndose con amigos y colaboradores, pero embarcándose férreamente en la dirección del álbum, su primera aventura discográfica es una maravilla.
Tras su debut en solitario a inicios de 2019, la cantautora peruana Fernanda Perochena nos ha regalado un puñado de canciones cuya carga emocional introspectiva nos permitió adentrarnos en su mundo y entender mejor sus inquietudes creativas. En 2020 conocimos sus sencillos “Otro café”, “Detrás de ti”, “Fragmentos” y “Despertarse al mediodía” que anticiparon Verano infierno, su primer álbum de larga duración que acaba de estrenar. Es un recorrido introspectivo y emocional en el que la guitarra acústica acompaña la voz meliflua de Perochena en un entretejido coral de una belleza enigmática en el que converge el pop, el folk, el trap o el R&B. Es un viaje de ida a un país de ensueño y aletargamiento en el que las canciones proponen una inquietante atención de escucha para asir cada uno de los pequeños detalles que se cuecen en la producción de una producción intimista y de un erotismo terreno que celebra las formas de la feminidad y la fuerza primigenia de su susurro entre rocas.
Verano invierno es un disco de larga duración compuesto por 10 tracks en los que la cantautora repasa una a una sus influencias musicales que van desde el R&B, pasando por el pop experimental, hasta la música electrónica sin desprenderse de una identidad propia que sobrecoge por la sinceridad de sus paisajes poéticos. El resultado es un disco bastante versátil que acompañará al escucha por diversos paisajes y momentos significativos en los que Fernanda deposita sentimientos, conflictos, pasiones y emociones evocadas por el verano limeño. Sin embargo, las canciones se construyen como una larga línea de puntos suspensivos, permitiendo que los finales queden abiertos a la imaginación del escucha. Es un punto de quiebre interesante en el punto que explora, pues permite desmarcarse de las fórmulas comerciales y permitir que cada uno haga suya la experiencia de escucha del trabajo discográfico. Así mismo, la mezcla no está densamente condensada, sino que permite que la naturaleza etérea de la voz de la peruana se desdoble sobre el espacio y flote libre sin un bajo que la hunda de nuevo en nuestra pesada cotidianidad. Entre Alicia Keys y Purity Ring, entre Esperanza Spalding y Elsa y Elmar, se encuentra el nombre de Fernanda Perochena, quien rápidamente nos convence de su creatividad insuperable.
Respecto al nombre y concepto artístico del álbum, Perochena comenta: “El nombre viene principalmente de lo que me hace sentir el disco, un sentimiento nostálgico, pero, a la vez, emocionante de verano, mezclado con un poco de oscuridad. Tiene varios elementos que en mi cabeza suenan a infierno, como los efectos y sonidos que pintan una paleta más oscura en algunas canciones y resuenan con algunas letras más depresivas del disco”. Es un disco dinámico que explora una serie de facetas íntimas y personales en las que a veces la voz se convierte en un elemento armónico más, antes que la fuerza guía narrativa que nos lleva por el recorrido personal suyo. Es un esfuerzo lleno de matices brillantes y elocuentes, una mezcla delicada al nivel de la más exquisita gastronomía limeña en el que ningún ingrediente absorbe el sabor del todo y desconcierta: es una conjunción perfecta de sabores que nacen de un espacio muy propio y real. Es la experiencia vital de una persona que tiene la asombrosa habilidad de hacer del café más cotidiano una metáfora real que nos explica la existencia humana.
El disco fue producido de la mano de tres importantes productores peruanos. Daniel Ruiz-Gonzalez, responsable del sonido de múltiples proyectos locales y miembro de Niños Sin Smartphones, produjo y mezcló siete de los diez tracks. Por su parte, Carlos Emilio Llerena (cemi) produjo, mezcló y masterizó un par de canciones y, finalmente, Jota Haya produjo una más. La suma de todo este talento hace de Verano Invierno un disco ecléctico, muy honesto y con muchos matices sonoros. Verano infierno gana así muchísimo, pero es realmente Perochena la que se lleva las palmas, pues entiende qué hay detrás de cada poema, qué requiere cada corte para respirar. Con un recorrido ya extenso en la escena de su país, la peruana ha encontrado la fórmula alquímica para pulir los metales en fino oro: su voz de miel que parece salida de otro mundo. A veces dulce, otras coqueta y sofisticada, Fernando Perochena ha construido un documento inquietante de su propia singularidad, del ingenio creativo que la ha convertido prontamente en uno de los nombres a tener en cuenta en el panorama de nuestro país hermano.
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