Dejamos atrás una nueva edición del Festival Centro, evento auspiciado por la Fundación Gilberto Alzate Avendaño que tiene como razón de ser la movilización cultural en el centro histórico de Bogotá. Durante cuatro días los asistentes del Festival Centro pudieron disfrutar de una muestra cultural importante que, además, contó con la participación de la Universidad EAN como encargada de la programación académica que, transversalmente a las presentaciones musicales, permitió una reflexión profunda en torno a la gestión cultural. Dejando de lado los pormenores, que no interesan al propósito del presente, fue una celebración exitosa que presentó, por primera vez en su historia, un cartel de doce artistas en el que, además, se optó por la pluralidad y la representación, incluyendo actos pensados para todos los públicos, como fue la presentación de Los Patita de perro, una banda de rock para niños, inaugurando el último día del festival. Entre actos consagrados de nuestra geografía y el resto del continente, tuvimos la oportunidad importante de conocer de primera mano una nueva serie de artistas que llamaron nuestra atención por la destreza de su interpretación, la honestidad de su propuesta, la contundencia de su presentación en vivo y, en general, todo el universo que circunda un proyecto musical. Estos son tres actos que descubrimos en la pasada edición del Festival Centro.
Rubio (Chile)
Técnicamente Rubio no es nueva ni a su líder, Francisca Straube, la conocimos con este proyecto. Sin embargo, en su primera presentación en Colombia, nos dejó anonadados con una propuesta vital en la que converge la electrónica, el dream pop, el trap y un respeto profundo por las tradiciones del pueblo mapuche, pobladores originarios de Chile. La presentación de Rubio, que casi inauguró la propuesta musical del festival, sirvió para ratificar la importancia que ocupa hoy día la industria musical chilena en el continente. Si bien para algunos, como su propia compatriota Camila Moreno, el crecimiento de esta apuesta cultural en el país suramericano es casi nulo, lo cierto es que Rubio sobresale como un acto vital, enérgico y sofisticado en el contexto de una Latinoamérica dedicada en su mayoría al consumo de reggaetón. Straube es una frontwoman impecable, permitiendo que la presentación de la banda que lidera sea una experiencia inmersiva a sonidos a veces meditabundos y a veces reflexivos. Si bien su principal fuente de inspiración es la música electrónica, la música chilena ha sobresalido durante una carrera de más de una década como percusionista, lo que le da a su proyecto una fuerza percutiva elocuente y sofisticada. Es un show que el público capitalino y nacional amaría ver en tarimas más grandes. Así es que la invitación a los promotores es la de prestarle atención a un proyecto que, desde la auto gestión, está obteniendo resultados sobresalientes e inquietantes.
La muchacha (Colombia)
Isabel Ramírez Ocampo, La muchacha, era el nombre nacional más joven del cartel y el que más descrestó a los desprevenidos pues, de la mano de actuaciones cumbre de La BOA, TSH Sudaca y las Estrellas del Caribe, su presentación se convirtió en una celebración honesta y descarnada de la tradición de la copla y los ritmos tradicionales de guitarra campesinos. La muchacha tuvo la difícil tarea de presidir la presentación de Camila Moreno y lo hizo dotada de su instrumento y de su voz, que es como el aullido de un animal desconocido bañado por la niebla de una vereda ignota de la geografía colombiana. Simplemente conmovedor y visceral. Con una inteligencia lírica sin par que igual y bebe de referentes claves nacionales como Edson Velandia, La muchacha logró conectar a través de su catálogo personal con una audiencia que desconocía su delicada labor. De la guitarra de La muchacha nacen melodías extraordinarias que no solo se resumen a la construcción melódica a partir de acordes, sino que se contraponen con una percusión creada con golpes sobre la caja de resonancia de su instrumento de madera. Las canciones de La muchacha, oriunda de Manizales, son conmovedoras hasta el llanto, creadas con una delicada factura en las que converge el discurso cotidiano con imágenes poéticas inteligentes y bellas. La muchacha es uno de los proyectos que revitaliza la tradición de cantautores en el país. Para tenerla muy presente.
Son Rompe Pera (México)
Resumir la labor de estos mexicanos como un ejercicio que busca revitalizar la cumbia en el continente latinoamericano es desconocer una serie de elementos que hacen parte de su discurso estético. Constituidos como uno de los últimos fichajes de Aya, bajo la sombrilla de ZZK, los hermanos Gama han absorbido la influencia de la cumbia sonidera y la han entretejido con elementos sorpresivos que vienen del rockabilly, el psychobilly y el punk. Ha sido una carrera que se ha disparado en meses recientes por su novedosa propuesta en la que el baile se convierte en una celebración de vida y un recuerdo respetuoso de los ausentes, aquellos que aún nos acompañan en espíritu en nuestro recorrido por este plano terrenal. Revitalizando clásicos del canon cumbiera latino, Son Rompe Pera es una descarga de energía en tarima que sorprende y encanta al darle a la marimba un protagonismo esencial en su puesta en escena y en su sonido. La banda de hermanos ha logrado que la cumbia sea lo más punkero que encontrarás en la música latina reciente, una celebración de independencia y de espíritu combativo que sirve como el puente de una América Latina antigua y un nuevo en continente en reconstrucción. Para mirar hacia el futuro es necesario volver a la raíz, para plantear una oposición a la cultura impuesta es imperativo volver a las formas propias. Son Rompe Pera lo logra con inteligencia y de la mejor manera: bailando.
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