Todas las fotos por Juan Pablo Paredes Jordan, salvo cuando se indique lo contrario.
Luego de más de tres años de ausencia, regresó el festival musical más importante de Bogotá. Y supimos festejarlo. Agrupaciones que han marcado la historia del rock colombiano y latinoamericano protagonizaron dos fines de semana cargados de decibeles, explosiones visuales y, sobre todo, canciones de calidad que los fanáticos de todos los géneros aullaron a voz en grito en cuatro días llenos de emoción. En los dos fines de semana que tuvo lugar el Festival asistieron más de 300 mil personas, quienes habitaron el Parque Simón Bolívar en sus tres tarimas y vivieron la experiencia del evento musical más importante de la capital. Fue una edición que ofreció a la ciudadanía dos fines de semana llenos de música, con una amplia gama de sonidos de 87 agrupaciones, desde el tradicional metal hasta afrofuturismo, pasando por las propuestas de reconocidos artistas en el país, así como otras que pisaron por primera vez las tarimas colombianas y sorprendieron al público con sus originales puestas en escena. Celebrando el regreso del festival público más importante, les contamos qué fue lo mejor de cada día de esta magna celebración en materia internacional.
Día 1, sábado 26 de noviembre: púas, sangre y maquillaje
El metal estuvo exquisitamente representado en un banquete servido casi crudo y aderezado por estruendosas guitarras, avasalladoras baterías y alaridos furiosos que helaron la sangre de los más profanos fanáticos del lado más extremo de la música. El metal en sus variadas permutaciones es un espacio de fuerte arraigo para el rockero colombiano e, históricamente, el primer día está dedicado a este oscuro asistente que con su longa melena celebra las pasiones más oscuras y prohibidas del alma humana. Fue un festejo que pudo haber contado con más comensales, pero quienes resistieron la jornada pudieron ver algunas de las bandas más interesantes de la actualidad metalera mundial. Aquí nuestros favoritos.
Frantic Amber (Suecia)
Al imperativo de la vocalista Elizabeth Andrews de “Bogotá, show me some horns!”, el público capitalino levantaba las manos fenético en una descarga de sonidos extremos a cargo de una avanzada de mujeres vigorosas y virtuosas. Con cerca de quince años en el ruedo, este proyecto fundado en Estocolmo encontró el balance perfecto entre el death melódico, algo de thrash y progressive. Es una agrupación cargada de energía oscura en la que la importancia de la artesanía de la canción le da una impronta única a este proyecto de factura precisa y explosiva. La banda incluso se aprendió el clásico “Lenguaje de mi piel” para ofrecer una interpretación única de uno de los mayores legados de El Titán. Un show sin errores técnicos, afilado e hiriente. Así mismo, fue el regreso del baterista Marcus Jonsson a Colombia, después de haber salido hace cuarenta años del país, tras ser adoptado por una familia sueca que le dio una mejor oportunidad de vida.
Asagraum (Países bajos)
El proyecto de la vocalista y guitarrista Obscura es uno de los más celebrados en los círculos más oscuros del Black Metal. Cada uno de sus discos ha gozado del beneplácito de la crítica especializada y ha consagrado a la banda como uno de los actos más portentosos del metal mundial. Su presentación estuvo marcada por la magia negra y liberadora para las sacerdotisas y brujas, convirtiéndose en una celebración de la libertad individual en medio de melodías que beben fuertemente de la influencia escandinava y el lado más pesado de la psicodelia que han logrado incorporar a su base sonora. Fue una presentación aterradora y cargada de fuerza bruta, un exquisito recogimiento hacia el lado más nihilista de la psiquis humana. Asagraum es una fuerza vital que reconoce el valor de la muerte en su propuesta para recordarse el celebrar la vida sin yugos ni prejuicios. Después de participar en el Inferno Music Fest en Noruega, la banda prorrogó octubre hasta el final de noviembre entre alaridos, invocaciones y música extrema. Todo en ellas, desde el simbólico corpse paint hasta los arreglos en vivo de la bajista Henriette Bordvik, es perfecto.
Batushka (Polonia)
En la historia de Rock al Parque no había existido una presentación tan extraña, preciosa y sobrecogedora como la de esta banda polaca cuyo catálogo completo está cantado en antiguo eslavo eclesiástico. Todo el escenario se convirtió en una iglesia para una liturgia negra cargada de poderoso simbolismo religioso. Para los miembros de la banda los himnos a Dios son más metal que cualquier adoración diabólica, por lo que transitan una delgada línea entre la blasfemia y la admiración de la estética de la Iglesia Ortodoxa Oriental. El show de Batushka encuentra a los anónimos monjes que interpretan los himnos ataviados enteramente de negro, jugando con elementos clásicos de la iglesia como candelabros de velas blancas, botafumeiros y cálices para comulgar. Es un show sobrecogedor cargado de dramaturgia dinámica, uno de los más poderosos del black metal mundial y también uno de los más escandalosos al jugar libremente con esta serie de elementos. Sea como sea, más allá
de la música excelente, es una poderosa descarga de imaginería y simbolismo en tarima.
Día 2, domingo 27 de noviembre: relevante presencia femenina
El segundo día de Rock al Parque tiende a dar especial relevancia a la mujer en el contexto latinoamericano. Durante años han desfilado talentos femeninos claves para la industria y nuevas propuestas nacionales e internacionales que tienen algo que aportar a la conversación musical, política y social desde la orilla creativa particular. Es un día en el que la mujer se celebra y se visibiliza en las difíciles dinámicas de la industria musical. Siempre está presente en esta fiesta desde la presentación de Aterciopelados en 1995, pero este día particular tiene una presencia notoria de mujeres que destacan por su diversidad e inteligencia al hibridar géneros para la construcción de un discurso sonoro emotivo.
Dat García (Argentina)
IDARTES
Esta mujer argentina lleva un largo camino de aprendizajes en el mundo de las artes y se ha convertido en una de las voces más inquietantes de la disquera ZZK, de la que han salido sus tres producciones de estudio. Su presentación de factura minimalista involucra el cuerpo como vehículo principal de enunciación, conforme altera su voz y la distorsiona para dialogar con lo digital y otras formas de proyección desde la resonancia de la máquina de nervios, sangre y sentido que es esta prisión y torre que habitamos, nos contiene y nos define. Jugando con el performance, la música electrónica y los sonidos andinos tradicionales, García ha creado una orquesta de una sola mujer que se reivindica en su sensibilidad privada y en su revolución pública. Es una voz combativa y sofisticada que nos exhorta a recuperar el control de nuestras vidas, a mirarnos a los ojos y a bailar para demostrar que estamos vivos. Y que no nos van a poder callar.
VVV [Trippin’ You] (España)
La electrónica ha venido cobrando una importancia primordial como una de las nuevas expresiones artísticas del festival desde hace años. Aquí ha tocado Atom TM, Nortec Collective, Titán, Silverio, De Descartes a Kant, Chancha vía circuito, Dub de gaita, Mitú, entre varios otros. Sin embargo, VVV puso la vara en alto con su presentación en el segundo día del festival. Su base electrónica se ve empoderada por una actitud punk y una puesta en escena salvaje, contestaria, atronadora y elegante. Es una banda que no encaja en ninguno de los moldes y que se burla de las etiquetas, que juega libremente con estéticas, que estremece con visuales esquizofrénicas y ruidosas programaciones. VVV es una de las apuestas más interesantes de la España contemporánea y reunió una presencia importante de adeptos en el escenario más pequeño de Rock al Parque que este año tuvo varios nombres a lo largo de dos semanas por escándalos que nada tienen que ver con el IDARTES. El trío español parecía más una orquesta de androides frenéticos en una tarima que devoraron con sofisticación y elegancia rocker.
Christina Rosenvinge (España)
Que me parta un rayo fue un álbum definitivo de la historia del rock en español y la organización del IDARTES encontró la mejor manera de honrar el 30 aniversario en la tarima principal de su festival consentido. Rosenvinge ha envejecido en el sentido de que ha venido adquiriendo experiencia con sus canciones y su forma de interpretar la guitarra. Pero, más allá de ello, los años no le pasan. Sigue siendo esa mujer rebelde que le enseñó a una generación a llevar con dignidad un mal de amores, a vivir despreocupadamente la juventud, a mostrar el dedo medio al lado más pacato de la sociedad moderna. La música española interpretó a cabalidad este disco legendario y sus canciones resonaron en clamor entre la asistencia. Fue un momento para entender que el rock no ha muerto, que la música se transforma y que las canciones esenciales son las que nos marcan irremediablemente y para siempre. Además, la cantautora halló tiempo para interpretar alguno que otro himno de su carrera solista y “Pálido”, de su segundo disco con Los Subterráneos, Mi pequeño animal.
Miranda! (Argentina)
Para quienes crecimos con Locomotion, ver a Miranda! cerrar el primer fin de semana de Rock al Parque fue un sueño cumplido. Antes de que “Don” se convirtiera en la sensación de MTV Latinoamérica, los amantes de Evangelion, The Critic, Duckman, entre tantas joyas de la animación noventera, nos sorprendimos cuando Ale Sergi y Juliana Gattas se tomaban las pantallas con un acelerado clip dirigido por Doma en colores cítricos que llevaba por nombre “Bailarina”. Miranda! es un hito del electropop latinoamericano y una banda que ha resistido a los avatares del tiempo durante dos décadas de elegancia y sofisticación. Poco se habló entonces, pero esa misma semana se habían cumplido los veinte años de Es mentira, su colorido debut discográfico. La banda encontró el equilibrio idóneo entre la nueva parte de su catálogo y los ya “clásicos” cortes de la primera década del milenio. Sergi y Gattas son dos astros brillantes, por lo que sus vestuarios cambiaron conforme al momento por el que transitaba su presentación. Fue perfecto.
Día 3, sábado 3 de diciembre: punk, rebeldía eterna
Este día representó en el festival la convergencia de sonidos extremos y contestarios, parte esencial de la identidad rockera, sobre todo la latinoamericana. En nuestro continente hemos vivido una serie de procesos sociales animados por el espíritu revolucionario de soñar con un futuro mejor. En ese orden de ideas, el status quo ha sido ampliamente criticado en su mojigatería puritana y comodona por una serie de actores culturales que han encontrado en la música el mejor vehículo para expresar su creatividad. Leyendas de la música en español y nuevas promesas del rock más rebelde se unieron a artistas nuevos que están revolucionando también los géneros musicales con propuestas híbridas e hipnóticas cargadas de celeridad, energía y fuerza.
Las Ultrasónicas (México)
Inspiradas por la revolución cultural que supuso el movimiento riot grrrl, como consecuencia de la tercera ola del feminismo, Las Ultrasónicas se convirtieron en una de las bandas representativas del punk latino a mediados de la década de los noventa. Después de varios años separadas, el trío se reunió en Bogotá, última ciudad en la que había tocado, para conmemorar esta nueva edición de Rock al Parque. Un golpe con taches y botas directo a la nostalgia, una alocada confluencia de sonidos surf y garage sobre una rocambolesca base de rock and roll, una presentación histórica. Las Ultrasónicas le cumplieron a un público que madrugó a verlas con una descarga irónica y contestataria, recordando un momento en el que las mujeres avanzaron al frente del pogo y ejercieron el derecho a que su cuerpo participara de las dinámicas más extremas de la música. Fue conmovedor sin ser patético: el trío conformado por Jenny Bombo, Ali Gua Gua y Roxxxy aún rockea. Vaya que sí. Su energía es una antorcha que arde fuerte y muestra un camino ya recorrido para las generaciones que vienen.
Ho99o9 (Estados Unidos)
Este proyecto artístico se consagró en 2012 en la convulsa escena cultural neoyorquina. Influenciados por el hip, el punk, el industrial y la estética oscura y sucia del director Rob Zombie, Ho99o9 fue una de las principales sorpresas de esta edición de Rock al Parque. Jugando con los sonidos de las bandas sonoras de John Carpenter y un rap acelerado y desgarrador, este trío es un deleite audiovisual que sobrecoge por la energía y adrenalina que entregan en cada presentación. Nadie estaba preparado para la pirotecnia sangriente y ruidosa que el trío presenta en escena. Toda expectativa fue desbordada con creces por esta ruidosa agrupación. La presentación tuvo un sonido perfecto, pero, sobre todo, una puesta en escena que se explica a la luz de la experiencia de sus miembros fundadores en el colectivo artístico the NJstreetKLAN en Nueva Jersey. Ho99o9 es una fuerza viva que entiende que los géneros y las reglas existen para ser desobedecidos, que cada límite es solo la última frontera para encontrar la creatividad genuina. Es una banda necesaria que lleva una década haciendo ruido. Esperamos que continúe haciéndolo.
Ilegales (España)
Celebrando cuarenta años de su debut musical, la banda liderada por Jorge Martínez fue la encargada de cerrar el tercer día de esta celebración diversa. Ilegales nació en una era en la que los músicos españoles se jactaban de no saber tocar sus instrumentos, por lo que la inteligencia estratégica y militar de Martínez hizo de una banda debutante una leyenda instantánea cuando salió a la luz. No conformes con armar las más salvajes broncas en cada bar en el que se presentaban, Ilegales tenía canciones por montones. Y eran canciones bien hechas. Canciones rockeras en las que la guitarra era protagonista. Canciones catárticas para explorar el ángulo más adverso de la fiesta, de la noche, de la letárgica melancolía juvenil. Lejos quedaron las noches de pastilleo, de velocidad y güisqui. Pero las canciones sobreviven. Y aún están ataviadas de esa rebeldía juvenil con las que las vistió su artífice hace cuatro décadas. Martínez, bordeando los setenta, sigue siendo un frontman sobresaliente. Su elegancia escénica solo se ve antagonizada por su habilidad como intérprete. Ilegales probó que el rock sigue vivo en su nuclear deseo de romper las reglas, en su necesidad de alzar la voz para hacerle frente a la ineludible muerte.
Cuarto día, domingo 2: la despedida de la fiesta iberoamericana
Esta edición de Rock al Parque fue particularmente histórica en el sentido de que se configuró como una suerte de homenaje a la edición histórica de 1997, cuando todas las bandas eran de Latinoamérica. En ese sentido, desde la identidad gráfica hasta la curaduría del cartel, el festival era una fiesta iberoamericana a la que se sumaron varios actos anglófonos y lenguas indoeuropeas, pero manteniendo la fuerza y el énfasis en la celebración de nuestra cultura a través de nuestra música. Después de dos años sin el festival en vivo, el cierre rompió todo pronóstico y congregó a cientos de miles de personas, convirtiéndose en una de las ediciones más emocionantes de toda la historia de nuestro festival favorito.
Las Ligas Menores (Argentina)
Esta banda argentina se ha convertido en un hito del indie latinoamericano desde la autogestión y, en casi diez años de carrera, ha sobresalido por su inteligencia para escribir canciones elegantes, veloces y emotivas. Las Ligas Menores es una propuesta explosiva que lentamente se ha configurado como la banda principal de la nueva independencia argentina. En su set recorrieron 18 composiciones de sus dos álbumes, además de parte de los sencillos que compondrán su próximo trabajo discográfico. La histeria colectiva causó desmayos en el público, pero todo sea por el rock and roll, porque este quinteto probó que tiene toda la actitud para seguir sumando composiciones al extenso catálogo de la historia musical del país hermano. Su presentación fue sagazmente juvenil, complementando su puesta en escena con una experticia interpretativa que les permite tomar lenguajes sencillos de la cultura popular para construir himnos generacionales. Además, en su segunda visita al país en 2022, la banda probó que puede conquistar todo tipo de públicos. Pues una cosa es triunfar en el Estéreo Picnic y otra muy distinta hacerlo en el Simón Bolívar. Serán leyenda.
Bajofondo (Argentina/Uruguay)
Gustavo Santaolalla quedó tan fascinado con el público cuando presentó su acto solista en Rock al Parque 2019 que decidió regresar con esta joya coliderada con Juan Campodónico. Son veinte años desde que empezamos a conocer las fusiones del entonces Tango Club y sus composiciones no han envejecido un solo día, pues desde siempre fueron eternas. El equipo de Bajofondo planteó una presentación íntima y emotiva que, todo hay que decirlo, en ocasiones sonaba muy leve para la multitudinaria asistencia que congregó esta orquesta imprescindible. Interpretando los cortes de tres álbumes regados en el tiempo, la banda sigue siendo una fuerza vital detenida en el tiempo, a veces reminiscente de que todo tiempo pasado fue mejor y otras invitándonos a soñar un futuro más plural en el que quepamos todos. Bajofondo nació en la peligrosa era en la que la disquera Music Brokers abusó de la fórmula mágica de combinar canciones de Guns N’ Roses con bossa nova, de los Rolling Stones con bossa nova, entre tantas otras fusiones poco impresionantes, pero comercialmente cómodas. Las fusiones de esta banda sonaban y suenan sinceras, porque nacían de una necesidad creativa visionaria y emocionante. Hoy siguen tocándonos todas las fibras.
Nacho Vegas (España)
Este era el segundo Rock al Parque del cantante asturiano, luego de su participación en 2015 en el escenario de la Media Torta. Vegas regresó a la capital después de una cancelación de último minuto de El columpio asesino, banda española con la que comparte sello discográfico y no pudo existir una mejor opción para el público colombiano. Vegas no tiene la visceral explosión de sonido de sus compatriotas, pero tiene una serie de canciones conmovedoras y exquisitas cargadas de sentimiento y emoción. Presentando su último álbum, Mundos inmóviles derrumbándose, Vegas presentó a su nueva banda y sus nuevas canciones. Con la elocuencia poética que lo caracteriza, el asturiano dio una presentación enternecedora pletórica de sentimiento, humanidad herida y un mensaje de cambio y revolución que ha caracterizado su militancia durante la última década. Este es uno de los mejores autores de su país y una fuerza viva que encuentra el combustible en la escritura de himnos que trascienden la historia. Enmarcado en un contexto específico, Vegas viaja a la semilla y descubre la flor de la manzana que se erige atemporal y nos conmueve de manera universal.
La maldita vecindad y los hijos del 5to patio (México)
No sabíamos cuánto necesitábamos esta presentación hasta que nos reunimos bajo la misma luna a escuchar a una de las bandas esenciales de las últimas cuatro décadas de canciones mexicanas. Por un instante parecía que no volveríamos a verlos. Después de la dilatación del Festival Jamming que habría de tenerlos como invitados en 2020 y después de la dolorosa partida de Eulalio Cervantes “Sax” en marzo del año pasado, parecía que nunca más estos pachucos zapatos de charol volverían a nuestras tierras. Y, sin embargo, ahí estaban. Las palabras de Roco calaron fuerte en nuestros corazones porque venían de un lugar especial, de un lugar de dolor, gratitud y aprendizaje. Y supimos recibirlas. Con las manos hacia el cielo, supimos recibirlas. Bailando en círculo, supimos recibirlas. Amándonos los unos a los otros, como enseñan nuestros pueblos originarios, supimos recibirlas. Fue el cierre perfecto a un festival de lujo, a una celebración de la vida, la canción y la diversidad. No lo olvidaremos.
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