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Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

“NADA” como grito de guerra: la invitación de We Are Wolves a la reflexión y el movimiento


En el marco del lanzamiento de su sexto álbum de estudio, NADA, We Are Wolves regresa con una propuesta que desafía las expectativas y consolida su lugar como una banda original y visionaria. Con más de dos décadas de trayectoria, el dúo colombo-canadiense conformado por Alexander Ortiz y Vincent Levesque ha sabido evolucionar sin perder la esencia que los caracteriza: una mezcla explosiva de indie rock, punk y electrónica que no teme expandir sus horizontes ni romper moldes. NADA representa un nuevo capítulo en su carrera, un álbum que combina influencias recogidas en un viaje sonoro y geográfico que va desde los estudios de Montreal hasta las vibrantes atmósferas de Nueva York y Guadalajara. Este proceso les permitió capturar una rica diversidad de sonidos y colaboraciones que reflejan la esencia ecléctica del disco.


En esta nueva entrega, We Are Wolves explora paisajes sonoros que abarcan desde el synth rock hasta el cold wave y, en un giro sorprendente, incorporan también elementos de cumbia, todo ello bajo una producción cruda pero sofisticada a cargo de Adrian Popovich, conocido por su trabajo con SUUNS y Duchess Says. Pero NADA no es sólo una obra de experimentación musical, sino también una reflexión profunda sobre el mundo actual. El carácter colaborativo de NADA ha sido un aspecto clave en su concepción. Con aportes de artistas como Oliver Ackermann de A Place to Bury Strangers y Joseph Yarmush de SUUNS, la banda logra trazar un diálogo creativo que enriquece y amplifica su propuesta sonora.


En esta entrevista con Alexander Ortiz, de ascendencia colombiana, profundizamos en el proceso creativo detrás de NADA, los retos que enfrentaron tras un largo hiato, el impacto de las colaboraciones en su evolución y cómo su música se mantiene como un acto de resistencia artística en un mundo en constante transformación. Ortiz y Levesque comparten detalles íntimos sobre la concepción del álbum, su visión sobre la música como medio de conexión y su compromiso con una autenticidad que sigue desafiando las reglas del juego.

Comencemos hablando de los procesos detrás del álbum, creo que es importante tener esa idea del concepto que es transversal al disco. Obviamente es un disco que tiene muchísima esperanza, pero también tiene muchísimo de crítica, interpela a los individuos a que tomen también sus propias acciones con relación a lo que nos está pasando. Siento que también tiene que ver con una desconfianza política en la que realmente lo que busca es devolverle o invitar a la gente a recuperar su agencia, su libertad y su poder individual.


Exactamente. Esa es la mejor manera que he escuchado definir el disco. Sí es verdad que es una invitación a que la gente tenga una reflexión crítica sobre lo que está pasando alrededor, sobre el clima, la economía, la política. Y esa reflexión crítica sobre eso los va a llevar a tener una reflexión crítica sobre ellos mismos, sobre cómo se comportan, las acciones que implementan para poder hacerse con el futuro porque en este momento yo tengo la impresión de que el futuro no es muy prometedor. Todas las cosas me parecen muy dramáticas, pero por eso al frente de esa de ese drama de esa situación de ese barco que se está hundiendo. Todo el mundo necesita tener esa reflexión crítica. Ahora más que nunca. Para entender qué putas está pasando y tratar de ver hacia dónde tenemos que nadar y ayudarnos mutuamente para llegar a ese destino.


En ese sentido, ¿sientes que la creación artística tiene una necesidad o responsabilidad social?


Sí. Absolutamente. Es algo que yo me impongo. Esa carga. Cada vez que estoy creando se refleja una crítica política o social. No necesariamente de manera abierta. No quiero estar moralizando. ‘Hey, tú. Tienes que saber que esto y esto otro está pasando con la comida a nivel mundial, con la guerra, las drogas y el alcohol’. No quiero ser esa persona, pero intento presentar algo que sirva para dar una discusión, a crear un diálogo, que provoca una suerte de ruptura como ‘Ah, puta, tal vez a eso se refiere’. Siempre, en las letras que escribo y la música que compongo, hay un lugar para la interpretación. Están esos conceptos simbólicos que puedes leer, pero intento ser cuidadoso. Pero con este álbum, Nada, creo que es la primera vez que sacamos un álbum tan evidente en su mensaje, pues estamos hablando de lo de los problemas que están pasando en este mundo, todas esas situaciones de conflicto, casi apocalípticas. Es la primera vez que soy tan obvio con la letra, pero todavía intento dejarle el espacio a la gente para que no se sientan como si yo fuera el papá. No importa lo que yo piense que está bien o está mal porque yo no tengo la verdad. No sé cuál es la verdad. Yo hablo de lo que me hace más sentido.


El disco justo llega en una coyuntura política importante y es como si ustedes hubieran sido un oráculo, una predicción de The Simpsons, o simplemente ¿sientes que hay una continuidad social que está virando hacia estos discursos, estas ideologías, que antes que proponer unión entre las personas, lo que hacen es que están acentuando la diferencia para dividirnos.


Creo que es una continuación de todo lo ha pasado. No estoy muy sorprendido de lo que está pasando en este momento y eso es lo que es triste. Todo me parece como súper normal todo esto que está pasando, que la gente sea así, que la gente vaya del lado de Trump y que acepten toda esta mierda. Eso es lo que es triste. Todo está yendo tan mal, pero parece como una normalidad y nadie está haciendo nada y es como que no queremos hacer nada tampoco. Estamos frente a un espectáculo y esta sociedad del espectáculo los está nos está alienando. Nos estamos disociando totalmente de la realidad. Entonces, a partir de la ansiedad por unirnos y estar juntos, nos encerramos en nuestra pequeña burbuja y vivimos en nuestro teléfono, en una imaginación que ya casi ni tenemos. Nada de eso me sorprende, pero me pone muy triste y creo que estamos acercándonos a ese punto de ebullición de total. Y cuando lleguemos a esa crisis nos vamos a dar cuenta de que nos necesitamos mutuamente, que tenemos que unirnos y hacer algo al respecto. Pero tal vez sea muy tarde para eso.


Parece, en ese sentido, que están proponiendo una especie de revolución en la que las personas son invitadas a bailar y a moverse. Y creo que eso tiene que ver con la importancia de los procesos colectivos. Puedes bailar solo, como Billy Idol, pero hay un sentido casi ritual en el baile.


Veo esos momentos como verdaderos happenings. Porque te involucras e interactúas con otras personas, a pesar de que haya personas que se pasen todo el concierto grabándolo para subirlo a redes sociales, fueron a esa experiencia musical para disfrutar algo que todos a su alrededor están también disfrutando. El hecho de que estemos escuchando lo mismo es muy emocionante. Y si te relacionas con la música desde el movimiento y el baile, puedes sentir ese sentido de comunión. Incluso hoy, que ya estoy mucho más viejo a cuando comencé a ir a conciertos de punk, sigo yendo a estos espacios, a pesar de que ya cumpla cincuenta el próximo año. Me sigo involucrando en esas dinámicas, con el pogo, los brazos que se mueven de un lado a otro, sigo saltando. Sigo viendo a las personas respetar esos espacios, sigo viendo a las personas respetándose, ayudándose si alguien cae. Se ven a ellos mismos y se sienten como parte de una comunidad, de algo más grande. En esos momentos, cuando te dejas ir, eres parte de algo que trasciende a la música, trasciende la idea simplista del espectáculo. Eres parte de algo trascendental, casi místico.

Leía el otro día un libro en el que Byung Chul Han explicaba que la esperanza no es lo mismo que el optimismo. Es un disco con esperanza, pero no es optimista. ¿Cómo desarrollas ese concepto como de grito de guerra desde los géneros que visitas en el disco? El post punk y el new wave tienen un carácter melancólico, de alguna manera. ¿Cómo representas la esperanza, o tu sentido de la esperanza desde estos sonidos?


Es una buena pregunta porque, a pesar de que las letras son oscuras y de que algunos sonidos de los bajos y los sintetizadores estén muy distorsionados, muy a la manera del post punk y el cold wave, todavía intentan transmitir un sentido de movimiento corporal. Supongo que tiene que ver con el hecho de que nací y crecí como un niño colombiano escuchando música latina y cumbia. Y es que a veces hay protesta en la cumbia y melancolía en la salsa. Están llorando y llorando, pero llorando con un ritmo.


Sabemos que la vida es difícil. Pero tenemos que intentar. Tenemos que darlo todo y tienes que brillar. Esa es la base del disco: todo es difícil, pero la vida es absurda en este momento y, en vez de encerrarte en tu propia burbuja, tratas de entender qué estás comunicándole a los otros. Hay una frase de un autor que amo, Samuel Beckett, que dice “Cuando estás hundido en la mierda hasta el cuello, lo único que puedes hacer es cantar”. ¿Para qué llorar y recordar que estás untado de mierda? Podemos tener algo de esperanza y confrontar esta realidad con una sonrisa y tratar de ayudarnos los unos a los otros. Tener algo de empatía.


En ese sentido, ¿cómo se vive el concepto de familia en Montreal con relación a la colombiana? ¿Cómo este disco recuerda a tu familia, cómo la involucraste?


Hay una diferencia tremenda. Creo que este álbum es que durante los últimos cinco años hemos estado girando mucho por Latinoamérica y he estado yendo mucho a ver a mi familia en Medellín. He pasado mucho tiempo con ellos y supongo que eso me reconectó con esos valores y esa forma de ser. Creo que se puede sentir también desde un lugar sonoro en el álbum, con la manera en la que reconecté con los sonidos y atmósferas. Los colombianos tienen esa onda que los envuelve y que siempre estará conmigo. Hay un sentido de comunidad que no siento en Canadá. Sin embargo, aquí en Montreal, cuando algo traumático sucede, la gente está lista para ayudar. Pero necesitan ese sentido de catástrofe para reaccionar. En Latinoamérica, porque grabamos en México y fui mucho a Colombia, podía ver que todo el mundo estaba  listo a ayudar con una sonrisa. Y, a pesar de que sea difícil, hay mucha pobreza, falta de educación y no tienen el acceso que tenemos aquí, son de cualquier modo muy generosos, apasionados y abiertos. Eso es único. Y necesariamente influenció al álbum. Estamos viviendo momentos difíciles, pero es en esos momentos que nos necesitamos más que nunca.

Cuéntame de la contribución de Oliver y Joseph en el disco. Porque siento que, cuando estás en un ambiente creativo, estás con una suerte de familia extendida, que son tus amigos y colegas. ¿Cómo contribuyeron al disco?


Era natural incluirlos en este álbum. Son amigos, primero que todo, y su naturaleza creativa, la manera en la que entienden, perciben y ven la música es totalmente natural para el proceso de We Are Wolves. Tiene todo el sentido. Trabajar con Joseph Yarmush de SUUNS, es algo que hemos hecho hace tiempo, porque tuvimos otra banda juntos, empezamos un sello. La manera en la que aporta con sus ideas es algo que se concatena perfectamente con el proyecto. “Alex, quiero escuchar algunas canciones. Esta me encanta. Me gustaría tocar algo encima” y, de inmediato, construyó algo hermoso y asombroso. Con Oliver, por otro lado, siempre hemos sido fans. Sobre todo como ser humano. A Place to Bury Strangers es una banda fenomenal. Por eso era lógico implicarlo. Terminamos improvisando mucho y le dimos forma a una canción. Sólo porque sí. De la nada. La reestructuramos y terminó siendo una de mis canciones favoritas del álbum.


¿No es un poco paradójico que este sea el último álbum de la banda, pero que tenga un mensaje de seguir luchando?


Es el último álbum en ese formato específico. Estoy realmente interesado en continuar seguir tocando. Definitivamente vamos a seguir girando, queremos tocar todo lo que podamos. Pero es un tema más conceptual. No queríamos tener la presión de tener que lanzar otro álbum. Todo el mundo pregunta eso. Esa idea nos ponía mucha presión, por lo que es el último disco, pero seguiremos creando música, colaborando. Quiero hacer un álbum de cumbia rara. Amaría hacer una canción de reggaetón. Luego componer una canción de noise vanguardista. Quiero explorar muchas cosas. Cuando decimos como We Are Wolves que este es nuestro último disco, lo decimos con relación a que de ahora en adelante vamos a experimentar y probar cosas distintas. Queremos hacer un video conceptual que te permita interactuar con la música. Todo es posible de ahora en adelante. Lo único que es cierto es que no queríamos sentir la presión de tener que lanzar un nuevo álbum. Lo dimos todo en este álbum, ¿por qué siguen preguntando cuándo saldrá el próximo? Luego haremos todo lo que nos plazca con la música, pero no en un formato físico. La inspiración no es algo que funcione como un reloj. Funciona de manera misteriosa. No es una lista para llenar. La idea de crear es liberarse, no puede ser una cuestión restrictiva. Ahora es una estimulación constante: la nueva tendencia, la nueva moda, el nuevo sabor.



 

 

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