Kitsugaki surgió con un nombre compuesto de raíces culturales que reflejan su interés en la mitología japonesa y el anime, ya que "Kitsu" significa "zorro" en japonés y "Gaki" se refiere a un "espíritu de tormento" de origen hindú. Esta fusión lingüística no solo sugiere la complejidad de su música, sino que también revela la conexión de la banda con la estética japonesa en todos los aspectos, desde los nombres de sus integrantes hasta su narrativa. Con una estética propia y característica, precisamente porque entiende hasta qué punto los individuos son receptáculos de citas culturales que definen su identidad, Kirtsugaki se ha convertido en una fuerza natural a considerar y uno de los actos nacionales destacados más interesantes de la edición de Rock al Parque que acabamos de dejar atrás.
Inspirados por el arco de Wano en One Piece, los miembros adoptaron nombres con terminaciones japonesas, tal como lo hicieron los personajes de la serie. Según expresan, "la admiración por la cultura japonesa tiene múltiples fuentes como su arquitectura, mitología, agrupaciones de Math Rock, tradiciones como el Festival del Sol y, por supuesto, la cultura gamer y la industria del anime. Siendo esto último, y lo que ligado al Arco de Wano en 'One Piece' motivo al cómo nos presentamos como integrantes". Así las cosas, Carlohachi, Juanjiro, Chechojuro, Juansaichi y Manojuro han construido un universo sofisticado en armonías y emociones.
El anime y la figura de Nikka de One Piece también desempeñan un rol clave en la narrativa de sus canciones. Nikka representa la libertad y lo absurdo, lo cual permite a la banda experimentar con géneros y sonidos eclécticos en cada producción. En canciones como "Gear Five (Mi Pecado)" la banda fusiona metal y guaracha con percusiones árabes, una mezcla que captura la esencia de Nikka y su simbolismo de independencia.
Para Kitsugaki, “fusionar en una misma canción géneros como el metal y la guaracha acompañados de percusiones árabes es precisamente la representación de esa libertad. Pero no es la primera vez pues anteriormente también hemos fusionado el joropo con Math Rock y Metal”. Esta versatilidad no es sólo una cuestión de estilo, sino que es un modo de redefinir su identidad musical. Así las cosas, es una banda que tiene claridad sobre el lugar del que viene, pero que se compromete a que la única constante de su sonido sea la posibilidad lúdica de divertirse sobre el pentagrama, construyendo composiciones de alambicada elegancia, además de densos paisajes introspectivos.
El math rock aporta una estructura rítmica única que combina muy bien con los ritmos latinos, proporcionando a Kitsugaki una base sólida para explorar su identidad musical. Para la banda, los elementos matemáticos y progresivos de este género, como las métricas irregulares, polirritmos y cambios de tempo, enriquecen los ritmos de la música tradicional colombiana. Por ello, “el uso de métricas irregulares (7/8, 5/4, etc.) en términos de sonoridad y de groove en el sentido en que es como si agarraran tu oído por sorpresa” es fundamental a la propuesta de la agrupación antioqueño. Este enfoque permite a Kitsugaki sorprender al oyente mientras conecta influencias que abarcan desde la salsa hasta el latin jazz y la música andina, todo aunado a una melancolía lírica compleja y dolorosa.
Aunque sus influencias principales provienen del post-rock, shoegaze, emo y math-rock, también están profundamente conectados con géneros populares de su entorno. Según la banda, “hemos estado rodeados de música andina, bambuco, guabina, música tradicional y música mainstream, y en ese orden de ideas no hemos sentido temor en hacer fusión de sonidos que parecen polos opuestos”. Este enfoque audaz da lugar a una sonoridad que, a pesar de la aparente disparidad entre sus elementos, logra una coherencia y fluidez únicas.
Para la banda, la reinterpretación de géneros populares es un ejercicio de adaptación y evolución musical. En su opinión, "la idea de resignificar géneros, desde nuestra perspectiva, es entender que la música es un lenguaje que varía y puede adaptarse dentro cualquier contexto". Esto no solo permite que su música se acerque a nuevas audiencias, sino que también le otorga un carácter distintivo. A pesar de que las fusiones pueden ser motivo de debate entre el público, Kitsugaki valora el poder del arte para evolucionar y generar conversaciones en torno a la identidad musical. “Creemos que hoy en día el público está bastante abierto a estas reinterpretaciones y al mezclar lo tradicional con lo experimental, se puede crear algo único. Somos conscientes de que este tipo de fusiones pueden generar debates y opiniones; pero consideramos que la música es un arte en constante evolución y que estas fusiones enriquecen nuestra propuesta musical dándole una identidad propia”.
A diferencia de otros proyectos musicales, Kitsugaki emplea un estilo lírico minimalista, priorizando la instrumentalización y la atmósfera en sus composiciones. Aunque recientemente han incorporado letras en sus canciones, su enfoque se mantiene en la creación de estructuras instrumentales complejas. Al respecto, señalan que “hemos ido añadiendo letras sutiles acorde a la intención musical de las canciones, también nos gusta crear ritmos líricos pegajosos cómo lo es Chubby Boy por ejemplo”. Este balance entre lo instrumental y lo lírico permite a la audiencia conectar tanto con las melodías como con el mensaje sutil que la banda transmite.
La narrativa visual de Kitsugaki juega un rol fundamental en su proyecto, siendo una extensión de sus influencias y de la estética que buscan transmitir. Su fascinación por lo visual se extiende desde los videojuegos hasta la oscuridad cotidiana, los animes y la vida urbana. La banda menciona que su objetivo es “lograr transmitir y expresar la unión de estos en nuestra narrativa visual ya sea en redes, en los artes de toda la discografía, videos musicales y en las visuales de nuestros shows en vivo, con el objetivo de, no sólo construir identidad y recordación como Kitsugaki, sino también que nuestro público se sienta cautivado y conectado con la música y la imagen”. Para ellos, esta narrativa es una forma de conectar de manera integral con el público pues “siempre hemos tenido una gran fascinación por el ingrediente visual de nuestra banda, queremos tener una línea estética que sea coherente con lo que expresa Kitsugaki tanto desde sus canciones como su entorno y contexto”.
La invitación a Rock al Parque representó un hito en la carrera de Kitsugaki y reafirmó el valor de su propuesta artística en el contexto musical colombiano. Ser la primera banda de Rionegro en este evento fue un logro significativo para ellos, además de compartir cartel con Austin TV, una de sus influencias iniciales. Según sus palabras, “participar en un festival de la magnitud de Rock al parque representa un hito significativo en nuestra carrera... además, compartir cartel con Austin TV, una de las bandas que fue fuente de inspiración al inicio de este proyecto, agrega un valor aún más significativo a nuestra participación. Su influencia en nuestra música es incuestionable, poder compartir con ellos es un reconocimiento a todo lo que hemos logrado y un impulso para seguir adelante con nuestra propuesta artística”.
Kitsugaki es el caso perfecto para sostener la apuesta por los festivales públicos pues, de no ser por Rock al Parque, sería mucho más difícil encontrarnos con proyectos sobresalientes pero de difícil catalogación que le brindan nuevos colores y matices a nuestro paisaje sonoro. Su presentación en el marco de Rock al Parque prueba que podemos construir conjuntamente una nueva historia musical que beba de lo propio y lo foráneo para convergir en un lugar fértil de experimentación artística y valor enunciativo. Es una banda sobresaliente y emotiva. Vibrante. Fascinante.
Comments