Tomada de las redes de Estéreo Picnic.
Evelyn Delgado habla de todo. De los gatos, Takeshi Teraushi, gramática y de salir a la tienda del barrio para buscar la comida del desayuno. Hace cinco años publicó tímidamente su primera canción, “Time’s Up”, y desde entonces cada nueva ofrenda que nos presenta es un regalo de una complejidad bellísima, como un edificio japonés creado con un mínimo de recursos del que podemos ver cada uno de sus ingeniosas utilizaciones del ángulo como soporte. La música de Evelyn, de Ev, tiene una calidad lúdica que la encuentra siempre experimentando con sonidos de una calidez infantil, pero concatenados con letras reflexivas, generan una atmósfera profunda y emotiva que cala profundamente. Si uno guarda silencio por un momento. Si uno observa con detenimiento.
Ev es una de las artistas más novedosas del Medellín contemporáneo y ha construido una serie de pulidas canciones que resultan como esas piedras de colores que recogíamos del camino durante nuestra infancia, para guardarlas como tesoros personales cuyo significado guardábamos profundamente en nuestro silencio, en la lejana etapa del juego. Hablar con Ev es perderse en medio de un bosque en el que cada flor es más maravillosa que la anterior encontrada. Es una mujer que ha escrito desde siempre y que se ha tenido que enfrentar a los manejos de una industria que a veces hacen que sea más difícil que dichos textos lleguen a nuestros oídos. Sin embargo, Ev sonríe y calla por un momento. Y observa. Observa todo cuanto la circunda, de las grandes montañas hasta el intersticio entre los átomos. En medio de esto nacen canciones que nos acompañan. Y eso, lo sabemos quienes la vimos en la pasada edición de Estéreo Picnic, es lo que importa.
Cuéntame un poco de ese momento en el que apareces en el radar, con “Azulmagenta”, aunque ya llevabas un tiempo haciendo música.
Es una contradicción y una paradoja, un conflicto que siempre he tenido desde que empecé a hacer música y es que siempre he querido dejarla. Pero siempre me jala. En 2017 ya había empezado a hacer música y era muy del voz a voz en Medellín, de los videos que subía, que me invitaban a tocar. Así me empecé a dar a conocer. Pero he tenido muchos altibajos con la industria. No con la música. Porque primero no sabía nada y cuando uno no sabe nada le gusta hacer las cosas a la manera de uno. Agradezco que lo haya querido hacer así, desde la ignorancia, porque todo fue saliendo. Fueron choques y choques. Hay acoso de gente en posiciones de poder, cosas malucas. Y yo no he tenido siempre los medios para hacer mis propias canciones, entonces siempre he estado trabajando con amigos.
En ese primer momento de mi música sí se siente que lo hice sola. Ha sido un espiral de cosas siempre, problemas financieros para sacar una mezcla y todo lo que eso implica. Además, yo tengo mi vida paralela: soy profe de idiomas y con eso me sostengo. Por eso entre 2018 y 2020 se dio esa duda. Y, gracias a que soy profesora y pude ganar dinero, pude hacer Cosas guardadas. Para mí ese primer EP era una conclusión antes que un inicio. Son canciones que estaban guardadas hace tiempo y las quería sacar para honrar lo que había hecho. Pero también fue el inicio de muchas cosas. Básicamente, siento que Ev es un barquito que va navegando en pie de lucha ante las turbulencias de la industria. Y eso está bien. Porque ahora lo entiendo un poquito mejor.
Cuando yo hice ese EP no sabía si iba a poder sacar más música. He contado con el privilegio de que mis amigos me ayuden. Yo siento que mi proyecto está hecho con mucho sudor, muchas lágrimas, mucho trabajo, en el mejor de los sentidos. Entonces no es tan fácil. Muchas veces he querido tirar la toalla, tener una vida normal como profesora y sacar canciones cuando pueda o cuando salgan y dejar de correr esa carrera de estar lanzando sencillos todo el tiempo. Es desgastante si uno está buscando cómo pagar el arriendo. Por eso hay tiempos de silencio en mi carrera. El año pasado intenté dejar de ser profe para vivir de la música y no me dio.
Siento que también el ser profesora te ha permitido también aprender. Aprendiste sola a tocar la guitarra y eso te ha dado una serie de libertades al crear y construir una identidad propia
Total. Es como te decía: cuando uno hace las cosas a su manera es porque no conoce más. Siento que ese ha sido mi hacer en la música. Yo nunca hice parte de un grupo de amigos con los que yo hiciera música. Todo era mi computador y yo con YouTube, con Garage Band o con la guitarra. Siento que eso sí hizo que yo desarrollara mi propia metodología y técnicas. Unas formas de hacer las cosas que son mía.
Ha sido genuino y así sigue siendo. Hay un momento en los noventa que Fiona Apple recibe un premio y da un discurso todo antisistema en MTV. Dice: “Go with yourself”. Y yo siempre he dicho que ese es mi lema. Y claro que con “yourself” están tus amigos. Que son los que primero no tienen ningún interés monetario en ti, porque eso es otra cosa. Y, segundo, te quieren ver de corazón florecer. Porque creen mucho en lo que haces. Sin mis amigos yo no estaría aquí.
Hablando de los amigos, ¿cómo te has sentido siendo parte de la comunidad alternativa colombiana?
Te voy a ser honesta: yo siento que la comunidad tiene dos caras. Hay una que no es tan linda que es la de la especulación, la del chisme, la de la competencia. Hay una costumbre de hablar de las otras personas. Sí hay otra parte que son las personas que más aprecian lo que haces porque ellos saben lo difícil que es. Eso pasa en todas partes: en el trabajo, en la familia, en los círculos sociales. Prefiero quedarme con la parte bonita que es la de las personas que están haciendo lo mismo que tú con pocas herramientas, con pocos recursos, y cuando ven lo que estás haciendo te apoyan. Cuando uno hace algo a veces se puede sentir aislado de sus amigos que no hacen lo mismo. Como en la música. Hablamos de cosas distintas. Y por eso es importante tener amigos que estén en lo mismo de uno, para podernos apoyarnos.
Hace poco hubo un concierto acá en Medellín. Vinieron Amantina, San Pedro Bonfim, de Lollabum, y Santiago Navas. Me pidieron que les prestara una guitarra y claro que se las iba a dar, si querían se las llevaba hasta donde se estaban quedando. Porque cuando yo estoy en Bogotá, también me prestan lo que necesito. Se siente un sentido de comunidad muy chévere. Son personas afines. Personas muy bonitas.
Me gusta mucho de tus canciones que están escritas desde un lugar de mucha observación, que enaltecen realmente lo que es real y sencillo, lo que hace parte de todos los días. ¿Cómo tomas esas decisiones escriturales cuando compones?
A veces es decisión y a veces no. A veces pienso que hablo de la misma cosa siempre, en todas mis canciones. Hablo de hacer el desayuno, de salir a la tienda o caminar por la calle. Y a veces me he querido alejar de esas temáticas. Yo solamente he escrito una canción de amor en la vida: “Canción cursi”. Cuando la hice le puse ese nombre a la maqueta porque era muy cursi, pero así se quedó. Yo siento que escribo de lo que veo. Siempre he sido del pensamiento de que lo que uno hace lo hace a uno. Por eso describí mi música en una entrevista como “Música para gente que le gusta observar” porque siento que mis canciones son un ejercicio de observación: de observarme a mí misma, mis sentimientos, lo que alguien me dijo, mi entorno. Eso es lo que rumio todo el día en mi cabeza y eso es también lo que me sale. Me gustan mucho los temas de la ciencia y eso sale también en mis canciones. Me gusta saber cómo funciona el mundo. Creo que es un ejercicio de observar y de intentar ver cómo funciona el mundo y de ver cómo yo estoy parada en el mundo y cómo funciono allí.
Al final, lo que nos apasiona forma nuestra visión de mundo. Así nos relacionamos con lo de afuera.
Lo que uno le echa al cerebro es lo que le sale a uno por la boca. Tengo unos intereses especiales, como la ciencia, que la intento camuflar en mis canciones. Otro de mis intereses son los idiomas. Me encanta entender cómo la gente habla. Ronalizo todo lo que la gente me dice. Si alguien usa una preposición equivocada me pongo tensa. Como cuando la gente dice “me rasca”. No te rasca: te está picando y tú te rascas. Me gustan mucho los juegos de palabras e intento usarlos en mis canciones. Juego con conceptos o palabras. “Azulmagenta” o “La máquina gris”. Soy muy literal también. No soy una persona de grandes metáforas.
Ese es mi problema también. Yo le digo mucho a mis amigos “No entiendo esta canción”. Me pasa mucho con el reggaetón y por eso, honestamente, no disfruto escuchar reggaetón, a menos que sea en una fiesta. Hay una canción de Ryan Castro que es muy buena para la fiesta, pero no tiene sentido. ¿Cómo así que “El pantisito se le moja y eso no es normal”? Está describiendo un momento sexual y lo que quieres es eso, que a la chica le pase eso. Es lo normal, lo más natural. Yo racionalizo todas las letras. Mi objetivo en la vida, y es algo que he aprendido de tanto estudiar idiomas, es que las reglas vienen después, la gente hace los lenguajes. Uno no puede ser un policía de la gramático si los términos los acata la sociedad. ¿Cómo voy a decir que ronpoi está mal dicho? Intento ser flexible con eso, a pesar de que, si voy a escribir algo, intento escribirlo de la mejor manera.
Y hablando de cosas que te obsesionan, cuéntame del color azul.
Desde que estoy chiquita todo lo que me gusta he querido que sea azul. Este año uno de mis propósito es no comprar más cosas azules. Sólo he sentido cosas buenas cuando miro el azul. No te sabría decir por qué. ¿Por qué me gusta el queso? Porque me sabe rico. El azul me parece el color más agradable a nivel estético. Pero me di cuenta de eso después, no era algo consciente. Me gusta mucho el azul y el verde. Yo soy una persona a la que le gusta el carácter estético de las cosas. Yo no quiero el termo transparente, tiene que ser estéticamente agradable. Me gusta que las cosas tengan un carácter práctico y estético. Uno simplemente tiene una afinidad. Siempre tuve esa tendencia y luego fue que la empecé a utilizar en mi música. Si, tú ves, Cosas guardadas no tiene azul y, después de eso quise que todo fuera azul. En este era que se viene de Ev, todo va a ser más azul que nunca. Quiero hacerlo bien, que no se sienta saturado. Porque hay muchos tonos de azul y eso me satura. Tiene que sentirse armónico.
También te gusta mucho la cultura japonesa, tu gato se llama Ghibli.
Resueno mucho con la cultura japonesa, pero no soy otaku. Casi lo fui. Me encanta la música japonesa. Soy mucho de escuchar Yellow Magic Orchestra. Y tengo una obsesión con los músicos japoneses de jazz. Tú sabes que una canción es japonesa cuando la oyes. Los japoneses hicieron disco, funk, música de sintetizadores. Me encanta la música de Nintendo. Son genios. Se siente la barrera cultural: su manera de hacer música es única. Ellos hacen una interpretación de la música Occidental y la traen a su contexto para que salga algo muy bonito. Es una mirada muy exterior, porque nunca he tenido una relación con nadie de allá, sólo siento una afinidad muy grande por lo que ellos hacen.
Ahora que estás más visible que nunca, ¿cómo afrontas el reto de seguir creando canciones? Ya no eres tú sola en tu cuarto, sino que le estás hablando a gente que, además, te escucha.
He decidido tomármelo todo con mucha calma. El año pasado sólo saqué dos canciones. Este año sí vamos con álbum, pero hasta ahora sólo hay un sencillo del 17 de marzo. He ido sacando las cosas como han ido saliendo, no tengo afán. El afán trae muchas decepciones para el corazón. Cuando tú haces las cosas con calma y como te llegan, salen mejor. Lo que la gente ha querido cambiar de mí, gente de la industria, es con lo que la gente más conecta de mi música. Yo estoy hablando contigo después de haber tenido muchas transformaciones en la música, porque ya con un tiempo en la industria, empecé a darme cuenta de muchas cosas. Yo me creí el cuento. Porque a ti te hacen creer que tu valor está en tus números. Por un tiempo me lo creí y vivía muy triste. Los editores de Spotify me han apoyado, pero no sé quiénes son. No sé cómo funciona ni en qué va eso. He aprendido que los números no son yo, esos son para la industria. Y, al final, es mejor que la gente tenga tus canciones como parte de su vida. Cuando te ponen por primera vez en una playlist es de no creer, pero te das cuenta de que sí te ayuda, claro, pero es más bello cuando te dicen que una canción tuya les ha ayudado, o que oyen tu canción todo el tiempo. Eso es más lindo que todo. Yo lloro cuando veo que la gente se sabe mis canciones. Hay que honrar las canciones, porque tocar las canciones en vivo es de lo más bonito que puedes hacer como música.
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