Este año, como siempre, tuvimos una cantidad extraordinaria de lanzamientos en todos los géneros musicales que continuaron ratificando el importante lugar que ocupa el país dentro del panorama global musical. Por ello, en medio de la cantidad extensa de lanzamientos, nos dimos a la tarea de encontrar 30 álbumes que nos hayan cautivado a lo largo de este 2023, pues cada vez más artistas emergen y presentan su música. Es importante destacar que no son estos los únicos, solo algunos que, para nosotros, resultaron esenciales para nuestra música y para mapear la actualidad de la Colombia sonora. Así mismo, estos discos no tienen un orden específico, simplemente responden a nuestro criterio de selección, pero ninguno es superior al otro, por lo que decidimos presentarlos en orden alfabético antes que numerado por un criterio subjetivo. Esperamos que sigan escuchando a estos artistas en 2024 y que entren a formar parte de sus repertorios musicales: que los acompañen, los conmuevan y los emocionen tanto como lo hicieron con nosotros. Que se venga el próximo año con toda la nueva música y, ojalá, una situación cultural más amena para nuestros creadores y el público que no deja de creer en nuestras bandas.
Alexis Play
Afrocolombia
Este disco del cantautor chocoano representa un guía sonora que nos permite explorar la evolución de los últimos diez años en la música colombiana, caracterizados por las innovaciones afro dentro de la categoría amplia conocida como "urbano". Desde el ritmo exótico de Los Dioses del Ritmo hasta la chirimía beat, el afrobeat de Junior Zamora o el rap de Espiral 7, Alexis Play celebra cómo la población afro ha contribuido a la construcción del sonido contemporáneo colombiano, a pesar de que su aporte no siempre ha sido reconocido. La canción inicial, "Nostalgia africana", legada por su maestro Alfonso Córdoba "El Brujo", establece el tono del álbum. Bajo el título de Afrocolombia, la obra es fiel a su origen, destacando la riqueza cultural de sus contemporáneos y amigos. En la celebración musical de Alexis Play todos tienen cabida. Por ello, Afrocolombia presenta colaboraciones con destacados intérpretes afro del Pacífico como Bomby, Maickel, Junior Zamora, Los Dioses del Ritmo, además de Karin B. del Rap Bang Club y sus antiguos alumnos Sowl y Lean Persy. El resultado es un álbum vibrante que aborda la denuncia social, el coqueteo sofisticado y una fiesta interminable en la que alguien se llevó el viche.
Anamaría Oramas
Ramas lejanas
Después de Muntu de 2019, Anamaría Oramas regresa con una reflexión introspectiva en torno a músicas tradicionales colombianas desde su instrumento principal, la flauta traversa, pero también desempeñando importantes tareas de interpretación desde la gaita. Ramas lejanas es un trabajo delicado y evocativo que corrobora por qué Oramas es una de las voces más importantes de la joven escena jazz bogotana, pues viene probando el poder de su ejercicio como compositora y música desde hace más de una década. Ramas lejanas juega con una pluralidad de elementos construidos sobre la base melancólica de un jazz minimalista y una percusión que juega con tambores, maracas y batería. Es un que se construye sobre una idea que rememora el carácter del mar: a veces es calmo y misterioso, otras portentoso y avasallador. Lo más interesante de la propuesta de Oramas es que no se queda en el espacio de nicho de las músicas académicas, sino que se interesa también por la pluralidad musical de nuestro territorio, que muchas veces se constituye desde la clasista enunciación de música popular. Es un disco sofisticado, pero accesible. Una reflexión sonora sobre el sincretismo cultural y los procesos de evolución en las músicas contemporáneas.
Las Áñez
Paralelas
En su cuarto álbum de estudio las gemelas bogotanas se acercan a la producción desde una nueva orilla en la que exploran la manera en la que los cautivadores sonidos electrónicos se entretejen con su propuesta vocal, un juego característico que las ha distinguido en la escena independiente desde hace una década. Paralelas es fruto de la colaboración con los productores Andrés Leal y Miguel Rico, fusionando ritmos pulsantes latinoamericanos con las delicadas voces de Las Áñez. El álbum se erige como una expresión contundente, en el que las hermanas entablan diálogos reflexivos consigo mismas y con la sociedad en la que habitan. De esta manera, se permiten reflexionar sobre el cuerpo del cuerpo femenino en nuestra cultura, su relación con su frondoso árbol genealógico, el amor en un mundo imperfecto y los miedos como parte de la configuración de nuestra identidad propia. Paralelas cuenta con colaboraciones especiales de destacados artistas colombianos como Lido Pimienta y el Cholo Valderrama, que contrastan con las voces de las gemelas entre juegos con loops y elementos minimalistas de electrónica que enfatizan el poder vocal de Las Áñez. El resultado es una conjunción de dos mundos que se complementan y abrazan.
Los árboles
Amanecer
En 2019 las casualidades de la vida reunieron a una de las bandas más míticas de Medellín. Después de más de dos décadas de la disolución de la agrupación, el cuarteto paisa se reencontraba. Pero los tiempos de Los Árboles son eternos. Así las cosas, con la vara alta después de su mítico debut de 1997, que se ha convertido en objeto de culto para una plétora de nuevos intérpretes musicales, el cuarteto vuelve al ruedo con una compilación de canciones grabadas con las dificultades del encierro. Amanecer marca un nuevo día para una de las bandas centrales de nuestro rock, una que estuvo tan adelantada a su época que apenas y hemos empezado a seguirle el ritmo. Guitarras con reminiscencias de la psicodelia de los sesenta y los setentas, delicados coros que hablan de polvo galáctico, paisajes introspectivos y una producción a cargo de Leo Fernández de la propia banda hacen de esta nueva producción un espectacular regreso. Jugando con nuevos sonidos, como la muy cumbiera “Tierra de nadie”, Los Árboles reiteran que sus raíces son profundas en nuestro ecosistema musical y nos legan un disco esencial.
Cantares del Pacífico
Aguajes de mar y manglar
Aguajes de Mar y Manglar conserva los sonidos ancestrales de las cuencas hidrográficas de Buenaventura. Este álbum representa el anhelo de seis generaciones por crear un registro sonoro que sirva como memoria para el territorio. Destacando la participación de la maestra Juliana Valencia, de 94 años, y la joven líder, investigadora e intérprete de la marimba, Eryen Korath, esta producción musical nos sumerge en las formas de tocar, cantar, hablar, escuchar, vivir y ser en los ríos Naya, Yurumanguí y Achincayá, todas cuencas hidrográficas de Buenaventura. Jugas, currulaos, amadores, cantos de boga, chigualos, letanías y alivios confluyen como cuerpos hídricos en un único caudal que nos guía para adentrarnos en las profundas raíces de los manglares, metáfora natural del territorio y la tradición. La grabación, realizada como parte de un proyecto de investigación-creación, representó un desafío artístico, logístico y técnico, al capturar seis generaciones tocando simultáneamente, además de resaltar el lugar que ocupa Korath como intérprete de la marimba, oficio generalmente reservado a los varones del territorio. La investigadora, intérprete y abogada es una pieza clave de las nuevas músicas del Pacífico, aquellas que intentan preservar una tradición riquísima en saberes, ritmos y acentos. Aguajes de mar y manglar estuvo nominado a los Latin Grammy en la categoría de Mejor Álbum Folclórico, distinción que terminó recibiendo (extrañamente) el dominicano Vicente García.
Los dioses del ritmo
2070
Después de dejar su huella en las listas internacionales con "Alo Michael (Ay Rico Rico Rico)", Los Dioses del Ritmo presentaron su primer álbum 2070, un proyecto que amplía los límites de la música colombiana al fusionar influencias de rap, dembow, afrobeat y reguetón, dando vida a lo que ellos llaman "Ritmo exótico", una estética futurista que los presenta como viajeros del tiempo que proponen las posibilidades del nuevo sonido urbano colombiano. Producido por los propios miembros del grupo en Quibdó, Chocó, su tierra natal, el álbum cuenta con colaboraciones de artistas locales como Bomby, Maiki Vi y Dj Morro. Luigy Boy y La Meaya, criados en Chocó al son de la chirimía, uno de los géneros musicales más tradicionales de la región, reconocen que sus primeros encuentros con la música se dieron a través de este género y supieron evolucionarlo con su distintivo "ritmo exótico". Este estilo surgió cuando varios DJs incorporaron librerías dejadas por maestros como Alexis Play y Tostao, pionero del sonido urbano en Chocó, mezclando sonidos caribeños, tradicionales del Pacífico y urbanos como el hip-hop, dancehall y afrobeat. Con 2070 Los dioses del ritmo imaginan un futuro incluyente y plural, como un coro reunido en torno al cauce del Río Atrato.
dj+1
Aromáticas
Durante años Gregorio Hernández de Alba se ha dedicado a la electrónica desde su lugar como creador latinoamericano. Como DJ y productor ha oscilado entre la escena nacional y mexicana, además de haber participado en la fundación de In-Correcto. En 2022, presentando una nueva identidad musical, Hernández se reinventó en dj+1, un proyecto de electrónica experimental cargado de vibrantes y sorpresivos sonidos que hacen de la experiencia digital una que no puede contenerse dentro de las dinámicas de la pista de baile. Inspirado en la herbolaria popular y en todas las plantas que tienen efectos medicinales y relajantes dentro de la gran tradición de nuestros ancestros, dj+1 construye un disco que es a la vez introspectivo y lúdico, reflexivo y experimental. Sin decantarse por una única identidad estética, el productor bogotano da forma a uno de los trabajos más bellos de la electrónica local, permitiéndose explorar ricos paisajes atmosféricos e hipnóticos, marcados por beats que escapan de las limitaciones de lo sincopado para transformarse como se transmutan las flores, hojas y hierbas en la taza de porcelana con el agua caliente. Es un disco alucinante para la revisión interna, un cálido regalo que relaja y sana.
Duplat
Autogol
En el fastuoso universo sonoro de Duplat la desilusión y la derrota encuentran un ropaje perfecto en medio de las carnavalescas construcciones melódicas de uno de los mejores músicos de la Bogotá reciente. Dejando de lado la solemnidad, Duplat se siente cómodo riéndose de sí mismo y aprenda más en la caída que en la conquista, corroborando lo que los maestros de la filosofía han tratado de decirnos durante años. Es un álbum lúdico y caprichoso en el que el músico deja de lado las comparaciones facilistas que lo han hermanado con un momento específico de la música latinoamericana para demostrar por qué su conocimiento del piano clásico le ha permitido convertirse en uno de los más poderosos artífices de la canción pop contemporánea en la capital. Las colaboraciones son sobresalientes, su visión de mundo cínica pero locuaz y la manera en la que evolucionan los temas da cuenta de su habilidad para hacer de la lágrima verso y del verso risa sin demeritar la difícil experiencia humana que todos atravesamos en esta atracción de feria imperfecta que a falta de otro calificativo hemos llamado vida. Así, el bogotano abraza una pluralidad de sonidos para guiarnos a través de una experiencia que no descuida ni el poema ni la forma de entregarlo. Es vibrante y emotivo. Es plural y dinámico. Es Duplat en su mejor forma a la fecha, pues sabemos que continuará sorprendiéndonos.
Epilepsia DC
El grito antes de la convulsión
Con más de quince años experimentando con diversas formas de lo extremo, Epilepsia DC dio un salto considerable este año luego de haber presentado su primer álbum a través de Muchacho Berraco y de sumarse a la emocionante alineación de un Rock al Parque legendario. Este álbum encuentra a la banda liderada por Jerson Guevara jugando sobre delirios ansiosos inspirados por la estética del hardcore, el thrash, el punk o el shoegaze. El resultado es un compendio de experimentos esquizoides, brutales y explosivos que, sin embargo, dan cuenta de las lóbregas conversaciones que sostenemos con nosotros mismos cuando nadie nos escucha y los muros nos gritan desde su indolente solemnidad. La banda con sede en Bogotá explora una plétora de ansiedades que recuerdan el terror biológico, la experimentación en aras de la ciencia sobre los cuerpos anestesiados (por la química o la cotidianidad) y las diversas formas de la locura. El resultado revitaliza la manera en la que se está contando la nueva historia del metal del país: como un punto de partida antes que una fórmula monolítica para el deleite de unos pocos puristas. Es un descenso a toda velocidad hacia el delirio, pero es fascinante en cada momento del viaje. Así podría sonar el futuro de las músicas extremas en nuestro país. Y esta distopía no está exenta de ser fascinante como en las mejores novelas cyberpunk.
Felipe Durán
Donde aún habitan los pájaros
Felipe Durán presentó este año un álbum instrumental cargado de una importante sensibilidad poética, una calma reflexión del mundo que nos rodea y un lugar fértil para la contemplación del mundo natural que se materializa en un lenguaje musical en el que converge su amor por el piano clásico, así como sus habilidades como productor de música para cine y televisión. Donde aún habitan los pájaros es una reflexión musical que nace de la contemplación de la riqueza aviar de nuestro país. En un momento en el que el mundo se mueve velozmente de un lado a otro, Durán encuentra sosiego y lección en la decisión de las aves de quedarse habitando un único lugar. De este modo, se reencuentra con valles, montañas, árboles y mariposas para encontrar la tranquilidad y sosiego que implica vivir en un espacio con una diversidad tan abrumadora. Un cuarteto de cuerdas, elementos percutivos y brillantes programaciones digitales dotan al álbum de una calidad atemporal y vibrante que sobrecoge en su inteligente uso de las formas y en la manera esquemática y arquitectónica como sintetiza sus abstracciones mentales en una serie de melodías sobrecogedoras y plenas. El segundo álbum de Durán es un regreso a la raíz desde una mirada informada que puede decidir conscientemente entre la tierra y la máquina, encontrando lo mejor de dos mundos en una reflexión estética bellísima.
Felipe Orjuela
El derroche
Felipe Orjuela sigue moviéndose. Es incapaz de detenerse. El músico multiinstrumentista y productor bogotano es una máquina que absorbe canciones, las despoja hasta comprender cada uno de sus elementos y las transforma en melodías cautivadoras y renovadas. Desde su EP Amargura continental, el músico polifacético de Bogotá ha demostrado que ha asimilado las lecciones de sus predecesores y se arriesga completamente en cada nuevo lanzamiento. Con su primer álbum solista Orjuela continúa demostrando su habilidad para la hibridación de las formas, jugando con lenguajes sonoros que provienen de la guaracha, la chalupa, la cumbia sabanera, la salsa, entre varios otros, con lenguajes contemporáneos que se extienden más allá de las fronteras geográficas y culturales de nuestro país. Coproducido junto a Iván Medellín (La Sonora Mazuren, Conjunto Media Luna), El derroche es un catálogo de las obsesiones sonoras de Orjuela, a la par que denota que también se pueden construir canciones impactantes desde la máquina para una idea, la de la música tropical, que se ha caracterizado por la presencia de intérpretes virtuosos. Y, sin embargo, no es un proyecto solista en el que la figura del bogotano se erige victoriosa detrás de su orquesta, sino que reconoce el valor de una veintena de músicos que hacen de este álbum un exigente ejercicio interpretativo. El resultado es una elocuente exaltación de un momento cultural específico: uno en que al reconocer nuestro pasado, celebramos nuestro presente e intentamos dar cuenta del futuro sonoro que se nos depara.
Gato e’ monte
El talante del pueblo
Después de su elocuente debut Gurbia, Gato e’ Monte continúa apostando por la poética sincera, por el acorde libre, por la celebración de la cultura campesina que labró la tierra para cultivar la papa sabanera que acompaña como idóneo complemento un pollo al horno. Si en su primer disco la novedad exigía una comparación inmediata con Edson Velandia, ahora el Gato prueba que es apenas una referencia y que pueden orbitar juntos un poema de resistencia e ironía en uno de los cortes. Es un álbum plural en su ideación musical, pero siempre sincero y visceral desde su enunciación poética. Es un disco que celebra la identidad nacional sin cóndores, oro y el privilegiado lugar en el que fuimos dispuestos, junto a dos océanos. Es, mejor, una celebración de esas expresiones que a fuerza de repetirse como rituales laicos se configuran como parte inexorable de nuestro ADN cultural: el deporte oriundo de Turmequé y los patrones que regentan sus templos, el desamor ahogado en licores y lamentos fonográficos que aturden las voces la melancolía, la conjunción de ritmos en la programación radial que ofrece el consuelo y la compañía a los nocturnos y madrugadores. Gato e’ monte ha dado forma con inteligencia a un álbum honesto y visceral, una colección de cortes que no juega dentro de los cánones de la música reciente, incluso dentro de la propia categoría de alternativa e independiente.
Humano en tránsito
Niebla
Santiago Mejía es un músico que toca tener en el radar como parte de la nueva alternativa bogotana, una que va más allá de las configuraciones geoculturales de un Chapinero muy ínfimo. Como capitán de Humano en tránsito, el bogotano ha dado forma a un puñado de canciones conmovedoras y reflexivas que le han permitido acceder a la parte más privada de sus emociones. En Niebla, segunda producción discográfica del proyecto, se ratifica una apuesta por un sonido introspectivo, meditativo e hipnótico, pero con la acertada apuesta de sumar una voz femenina que complementa un juego de opuestos complementarios, canalizando la energía del cuerpo el alma, el cielo y la tierra, el orden y el caos, lo masculino y lo femenino. Es una experiencia casi terapéutica de escucha marcada por una guitarra que lidera, pero que no se sobrepone a un rico tapiz sonoro que apuesta por lo instrumental como motor guía del trance y la experiencia transformativa. Grabado con diversas tecnologías, que abarcan distintas décadas de la producción discográfica, Niebla es un recorrido incierto por medio de un paisaje desconocido. Pero, antes que suscitar la angustia de lo desconocido, permite encontrarse con el sentido de la aventura, extraviando toda brújula para permitirnos el encuentro con nuestro centro interno, hacia donde deberíamos aspirar llegar. Es un disco largo que apuesta por la canción en contexto, antes que el sencillo en el mercado.
Juliana quédate otro día
Canciones sociales para animales resentidos
Juliana, quédate otro día se presenta como una continuación orgánica de un fenómeno en el que la rutina cotidiana se transforma en un fértil terreno poético junto con la melancolía característica de ser parte de la urbe capitalina, de hacer parte de una serie de dinámicas sociales que, a pesar de todo, no generan un arraigado sentido de identidad. Entre arpegios elegantes de guitarras, envolventes bajos cálidos y voces hipnóticas, el álbum debut de la banda capitalina exhibe una calidad melódica y fatalista en cada una de sus canciones, permitiéndole tener a Canciones para animales resentidos una línea poética y temática que concatena con su nocturna desazón cachaca. La obra se burla del estereotipo que ha surgido en torno a la llamada "escena indie" de Chapinero, con su estética lo-fi, guitarras girando monótonas y videoclips filmados en formato VHS con una handycam. Por un lado, reconoce y celebra la trayectoria de otros, pero por otro, no se toma demasiado en serio su propia melancolía y cansancio. Cada pista demuestra ser sofisticada y vibrante, especialmente resaltada por la voz meliflua que recita poemas nocturnos y mordaces en su conjunto. Es un disco que se siente íntimo y cercano, como las noches compartidas en el desaparecido Chamán, como compartir un taxi con cinco amigos encaramados buscando un remate en Cedritos, el Parkway o la Macarena.
Julio Victoria
Memories Flowing
El nombre de Julio Victoria siempre ha estado en el radar de la escena electrónica, o por lo menos desde hace más de una década cuando Victoria se convirtió en un ícono de la movida nocturna colombiana. El productor y DJ ha tenido correrías épicas en antiguos templos del baile de la capital como Radio Berlín, Billares Londres y el recientemente desaparecido Kaputt. Después de presentar en 2021 un álbum junto a una serie de músicos invitados que le dieron una profundidad distintiva a su sonido, el productor de Armenia se erige con un nuevo lanzamiento de diez cortes en el que intercala sus preocupaciones estéticas, que van del house al synthwave y el dreamwave y le permiten también invitar a Samson for President de Suecia para la composición que abre este recorrido sonoro. Memories Flowing es un punto álgido para la carrera de Victoria y ratifica por qué tiene un lugar central en la movida capitalina de clubes y discotecas: precisamente porque construye un sonido distintivo que no se reserva al ámbito nocturno, sino que es dinámico y preciso para cualquier momento de la mañana, cuando regresamos de la discoteca a buscar el refugio en el ósculo de Morfeo o cuando buscamos empezar la jornada de manera dinámica, recibiendo al sol con gratitud enérgica.
Lalo Cortés
Re-encuentro
En este álbum, Lalo Cortés reflexiona sobre su trayectoria artística y su posición como mujer afro en Bogotá, explorando estas temáticas a través de melodías y armonías ambientadas sobre delicadas instrumentales de hip hop y jazz, géneros que han sido fundamentales en su desarrollo poético. Este disco marca su graduación como música de la Universidad Javeriana en Bogotá, obteniendo una mención meritoria por su excelencia. Deslumbrante y cautivador, se desenvuelve con frescura, guiado por una de las voces más intrigantes del panorama sonoro contemporáneo en nuestro país. Aunque previamente desempeñó roles de corista para Lianna y TSH Sudaca, en este proyecto, Lalo Cortés asume un papel protagónico sin temor, destacándose bajo los reflectores y brillando con una identidad propia: artística, racial y de género. Re-encuentro representa el primer testimonio de una mujer que comprende su responsabilidad creativa y la orienta al servicio de la cultura, consciente de que su talento es el resultado del esfuerzo y dedicación invertidos a lo largo de muchas horas. Lalo Cortés vislumbra un futuro prometedor y resplandeciente, una certeza que ella misma reconoce.
Lucas Hill
Renacido
El segundo álbum de Lorenzo Márquez bebe de nuevo de su experiencia natural, pero aprende a combinarla con otros elementos electrónicos que le dan a su guitarra de palo más profundidad en su profundo lamento. Esto no quiere decir que sea un álbum melancólico como lo es introspectivo. Márquez es un orfebre de canciones que arranca del barro de los días para convertirlas en receptáculos de néctares, semillas para la siembra y dulce agua de arroyo, probando que la experiencia vital de una persona que observa tiene un valor significativo en un momento cultural en el que tantos recorren el mundo a pasos acelerados y ruidosos, olvidándose de la sinfonía misteriosa de las aves, los telares de sombra que siembra el sol con su abrazo sobre las ramas y el abrazo frío de una montaña que es maestra y ancestra. El proyecto de Lucas Hill es uno con una preocupación particular por la poesía y el lugar primero de esta forma: la contemplación del mundo externo que la hace mito al personificar deidades en los seres vivos que nos circundan y enseñan. Así, Márquez encuentra un gran catálogo de metáforas a partir de la experiencia aparentemente sencilla de estar atento. Que no es poca y cada vez se nos dificulta más como especie. Sean sus canciones la oportunidad de reconectar con el placer de estar. Sean sus poemas la excusa para permitirnos sentir, ya sea el abrazo del calor, ya sea la herida del amor. Porque en las dos sensaciones hay lecciones. Y no podemos olvidarlas.
El Maquinista
Plaga
El Maquinista se desquita de todas las sombras y miedos en su segundo álbum de estudio, una mezcla visceral de hardcore punk y powerviolence cargado de angustia, ira y, en general, todos aquellos sentimientos que la puta sociedad del optimismo denigran para llevar a cabo la ley de la atracción. Pero en nuestro contexto no basta con soñar: nos arrancaron de los párpados las imágenes de un futuro placentero para poblarlos de pesadillas y remordimientos. La imagen no es gratuita: hay un subtema narrativo con los sueños en Plaga dividiendo el álbum en tres acápites angustiosos y acelerados en los que la banda abraza un existencialismo nihilista entre poderosos redobles de tambor, guitarras esquizoides y un alarido continuo que nos recuerda las aristas más crueles y heridas del corazón humano. Es un álbum en el que la contradicción y el dolor se manifiesta desde la sombra que proyecta nuestro cuerpo sobre la pared desnuda, cuando nadie nos observa y la noche parece inacabable. Es un rugido que clama desde el fondo del pozo por ser oído, es una voz en la que reconocemos los ecos de nuestras propias ansiedades, es un estrépito para acallar las voces de los demonios que nos susurran al oído. Es también uno de los mejores álbumes extremos de la música colombiana reciente. Lo que sea que ese adjetivo denomine.
Mestizo
Mestizo
Después de una colaboración estrecha, a pesar de la distancia, finalmente llegó este año el debut discográfico de Mestizo, un conjunto compuesto por trece músicos que reúne talentos nacionales e internacionales, estrechando las relaciones culturales entre Colombia e Inglaterra. A través de una iniciativa del British Council, la misma entidad que dio origen a Ondatrópica, estos diversos artistas comenzaron a compartir conocimientos y tradiciones para forjar un lenguaje común que se nutre del jazz, la música tradicional del Pacífico, la salsa y el hip hop. El resultado es un álbum en el que las gaitas y las tamboras entrelazan sus sonidos con los metales del jazz, creando una vibrante sinergia sobre sólidas líneas de bajo. En este proceso, N. Hardem de Bogotá y la cantante británica SHANTÉH intercambian reflexiones y perspectivas del mundo. Mestizo se configura como un encuentro orgánico que fusiona lo mejor de dos enfoques musicales, gracias a la dirección musical de Ahnansé, creador del colectivo británico Steam Down, y Daniel Michel, Director de La BOA y fundador de Mambo Negro Records, cada uno liderando desde sus respectivas sedes. El álbum construye una pluralidad musical que respeta la autenticidad de cada lugar que inspira las canciones, dejando de lado protagonismos y vanidades en favor de lo realmente significativo: tejer puentes entre culturas y acentos, acortando distancias a través de la música.
Mitú
Astra
A diferencia de sus anteriores lanzamientos, Mitú se dio un tiempo más largo para la producción de Astra, un disco que conjuga de manera precisa los lenguajes de lo analógico y lo digital. Y es que si bien es cierto que Franklin Tejedor ha tenido una importancia central en la música del dúo, este es un álbum en el que podemos escuchar más instrumentos y canciones que parecen ser pensadas directamente del acorde antes que del beat, dando lugar al disco más melódico y vocal del dúo a la fecha. Astra no juega a lo que se espera que defina nuestro territorio: no es una síntesis selvática, no es un Caribe evidente, no es un carnaval desenfrenado. Es, mejor, un disco reflexivo y profundo que encuentra en las texturas digitales las posibilidades de construir ecos para la introspección y el silencio. Salazar juega con la guitarra como nunca en su recorrido de doce años con el dúo y eso tiene un impacto en la producción de un disco en el que los arreglos electrónicos y eléctricos se manifiestan en un mismo lugar sin competir por nuestra atención. No es una puja entre colores para hacerse con el protagonismo del paisaje: es la mezcla de dos cromatismos para dar forma a un nuevo color, profundo y misterioso como el mar que se vuelve más oscuro y azul con la distancia, pero que se parte como espejo de fuego cuando promedia la tarde y el sol se corona en el punto del cielo exacto para construir una fotografía perfecta.
Oblivion’s Mighty Thrash
No me acuerdo
Es sorprendente que una persona que apenas acaba de entrar a ese incómodo y maravilloso período que es la veintena haya dado forma a un disco de hip hop tan maduro, rico y perspicaz. Y, sin embargo, allí está No me acuerdo, segunda larga duración del rapero antioqueño. El disco es un recorrido íntimo en el que el MC reconoce los valores de su arte, pero no desde la apariencia sino la evidencia. En una era en la que continuamos jugando a quién es el más malo, el más calle, el más rudo, Juan Sebastián Álvarez podría competir por el galardón del más sincero y directo. Pero no es un ejercicio de vanagloria, sino una necesidad creativa imparable que lo lleva a producir beats locuaces y envolventes conforme se riega sobre el pentagrama con poemas urbanos, críticos e incisivos. La producción también da cuenta de su hiperactividad musical, pues es uno de los álbumes más largos y con más cortes de esta lista. No me acuerdo celebra el rap de la montaña, la vida de los parceros y una devoción implacable por burlarse de las convenciones para construir rimas ferales y emotivas. Además, es una reunión de nuevos nombres, aquellos que están recibiendo la batuta generacional para mantener viva e interesante esta fértil historia del hip hop patrio.
Pablo Trujillo
Ya me cansé de la industria
Pablo Trujillo está cansado de las sucias dinámicas de un ecosistema lleno de trampas, palancas y pretensiones. No así de la música, su compañera incorruptible desde siempre, que le ha permitido lanzar discos durante más de una década. En Ya me cansé de la industria Trujillo prueba de nuevo que es un compositor innato, quien puede recorrer géneros, emociones, tendencias y formas atemporales para encontrar el elemento justo que cada canción necesita. Este disco es una joya del pop electrónico en la que el artista se da plena libertad para construir un universo sonoro tan avanzado que le permitió recoger una perla perdida de su catálogo, “He dejado”, que, cuando la presentó era muy adelantada para nuestro contexto musical y que puede ser una de las mejores canciones de su catálogo. Las colaboraciones son precisas y eficientes, las emociones vibrantes y honestas, los sonidos hipnóticos y novedosos. Trujillo aborda con facilidad las formas del pop sin descuidar la fuerte veta poética que ha cultivado con juicio durante años. El resultado es uno de sus álbumes más personales e introspectivos, una poderosa declaración de principios que le permitió dar el salto para buscar otras oportunidades al enlistarse en una maestría en los Estados Unidos, donde continuará perfeccionando las delicadas cornisas de su artesanía sonora.
Pálido adiós
Cantos para entrar a un sueño a cualquier hora del día
María Paula Vásquez Sepúlveda ha encontrado en la poesía y la composición dos formas idóneas para expresar la belleza silenciosa de un mundo interior contemplativo y vibrante. Su primer álbum, que reúne algunos ejercicios que nacieron durante sus estudios musicales y elucubraciones que se originaron durante la pandemia, es un recorrido onírico por un universo cargado de una belleza tímida e informada que reflexiona sobre la vida, la muerte, el sueño, el anhelo, la fantasía y la piedra con la misma tranquilidad con la que se le puede dar cuerda a un reloj de mano mientras tras nuestro crecen árboles frondosos de complicadas y perfectas formas. Auxiliada en algunos momentos de la producción por Andrés Gualdrón, Vásquez demuestra una intuición plena para la artesanía de la canción, consagrándose prontamente como uno de los talentos bogotanos a los que toca prestar atención, pues rápidamente ha demostrado una veta discursiva caudalosa y fresca. Es un disco de nombre largo y de impacto pronto, construido sobre melodías hipnóticas entre las que sobresale una voz fresca y prístina que se sabe cómoda en su unicidad y en la identidad propia de los poemas que vibran sobre su garganta de manera calma. Es un disco que no debería pasar desapercibido, como no debería pasar desapercibido un murmullo entre los gritos porque nos prueba que, cuando escuchamos, podemos encontrarnos con mágicos discursos que terminan informando nuestra propia sensibilidad.
Pilar Cabrera
29:56
Pilar Cabrera es una de las fuerzas femeninas más trascendentes de la música bogotana de la última década. En un recorrido juicioso y constante, la compositora ha hecho un camino propio a fuerza de construir sofisticados arreglos en su guitarra que la acompaña a todos lados. Sin embargo, durante la pandemia, Cabrera tuvo que atravesar un difícil cuadro depresivo que la ató irremediablemente a la tibia oscuridad de su cama, sin poder volver al estudio para componer nuevas canciones. Fue un proceso difícil y valiente en el que la bogotana conectó con su fragilidad y, paso a paso, fue encontrando el camino para restablecerse en la música. De estas profundas reflexiones, del pesado proceso de escritura libre, Cabrera encontró motivos recurrentes en sus pensamientos invasivos, mismos que fue perfilando en las canciones que componen su primer álbum: 29:56. Así, la compositora recoge una decena de reflexiones que instrumentaliza con elegancia y vigor, recordándonos cuán valioso es el esfuerzo creativo, cuán trascendente es el arte para exorcizar las sombras o enseñarnos a convivir con ellas. 29:56 es muy valioso como ejercicio terapeútico, pero lo es aún como documento estético, pues en este puñado de canciones conocemos a la Cabrera más fuerte, mejor artesana de sus canciones, más vigorosa como intérprete. Es un disco contundente y edificante.
Píldora letal
Altar de escombros
Kinis, solista de Cartagena, regresó con un nuevo álbum en la segunda mitad de 2023 que le permitió seguir reinventando las formas del post punk patrio con una estética minimalista construida desde la economía de elementos para dar forma a una nueva especie de oscuridad tropical. Altar de escombros encuentra al músico cartagenero jugando con varios lenguajes que van desde su denominación original del post punk, pasando por el dark wave y hasta coqueteo con el synth punk. El resultado es un trabajo original en el que el compositor reflexiona sobre las diversas aristas de la derrota desde una perspectiva nihilista, existencial e irónica que le permite burlarse de los imaginarios del Caribe sin devenir en caricatura. Más allá de lo sorprendente que pueda resultar que estas melodías nazcan protegidas por la ciudad amurallada, Píldora letal ha creado un trabajo envolvente e hipnóticamente oscuro que le permite apelar a audiencias globales de una manera visceral y honesta. Sus canciones ofrecen sosiego y calma a pesar, o quizás por, el fanatismo con que el que están construidas, develando una habilidad poética y de síntesis que le permite a Kinis dar forma a poderosas imágenes en las que la muerte, la desolación y el hastío efervescen bajo un sol letal que antes que proporcionar amparo genera dolor y ciega. Es un álbum que se erige alto para proyectar una sombra extensa.
Raquel
Paseo en carro a la costa
El viaje en carretera es un motivo constante del cine, tanto así que Harold Trompetero ha construido una saga aturdidora y ridícula que llena las salas cada diciembre en que decide estrenar una nueva cinta. Sin embargo, por motivos personales, es una imagen que a Raquel le ayudó a cerrar el sentido de su álbum, una de las sorpresas más interesantes de la música alternativa nacional. El primer contacto con el mar, las cintas y cedés que los padres reproducían durante el viaje de encuentro, la rápida vegetación que cambiaba según los pisos térmicos que van quedando atrás, tienen un impacto en la nostalgia y la memoria de los habitantes de un país en el que viajar por avión es todavía considerado un lujo. El disco funciona también como una suerte de rito de transición. Como en las películas, hay un viaje del que jamás se regresa, y un encuentro de algunos días que se convierte en un instante significativo de nuestra narrativa personal. Paseo en carro a la costa es también un encuentro con la idea de la primera adultez, ese difícil lugar que se habita cuando estamos atravesando la primera parte de la veintena: confundidos, con ansias de salir al mundo, pero prestos para volver a los brazos protectores de los padres cuando allí afuera nos hacen daño. Es un álbum cargado de poemas de contundente belleza y aparente simpleza, armonizado por una inteligencia pop que convierte cada corte en un himno.
Rizomagic
Marimbitiaos
Después de debutar en 2021 con Voltaje raizal el dúo conformado por Diego Manrique (Niño Pueblo) y Édgar Marún (Dorado Kandua) presentó Marimbitiaos, una celebración de la diversidad influenciada por la rica tradición de la música de marimba del Pacífico colombiano. El disco es una fusión inteligente deambient, IDM, drum & bass y electrónica analógica creada a partir de la síntesis y ritmos ancestrales como los currulaos, tamboritos y jugas deconstruyendo las sonoridades de la música folclórica colombiana y presentándola en diálogo con un contexto global e introspectivo. Con la participación de Jayer Torres, heredero del maestro Gualajo, el mago de la marimba, logra un sonido único que amplía los límites de la discografía de las propuestas de electrónica multirítmica colombiana, dando forma a una música que debate con el eurocentrismo de un discurso elitista en el que la música electrónica latinoamericana se pega a la tendencia de lo que productores de house, techno y electro están produciendo en sus propias geografías. El álbum cuenta con colaboraciones del grupo de músicos tradicionales Bejuco y la cantante colombiana residente en Inglaterra, Montañera, con quien Manrique había colaborado en el disco debut de Niño Pueblo.
Sara y Jacobo
Altar
Al poco tiempo de consolidarse como proyecto musical, el dúo bogotano Sara y Jacobo presentó uno de los álbumes más enternecedores y cálidos del temprano 2023. En Altar, la pareja de músicos cristaliza la alquimia de sus primeros encuentros en el estudio de Jacobo, cuando los compositores apenas estaban conociéndose e intuían la fuerza de una complicidad creativa que rápidamente se materializó en canciones de telúrica elegancia, cargadas de la presencia casi fantástica de la neblina en el monte. Es un álbum de encuentros y desencuentros, un disco para dejar atrás el camino recorrido y caminar apoyados el uno en el otro hacia un futuro igual de incierto, por ello mismo más emocionante. Altar es un disco sobrecogedor en la simpleza de sus formas y en la habilidad que demuestra Sara para convertir en poema sonoro los gestos más cotidianos y perfectos de la armonía entre amantes. Así mismo, repara con elegancia en los silencios en medio de la tormenta, en el estrépito mudo que orquesta la despedida. Porque no todo en la vida es grandilocuente y en la cotidianidad del pan y el agua se encuentra el sentido de una existencia que es lenta y apacible, reflexiva y profunda. Real.
La sonora Mazuren
Bailando con extraños
La pista de baile como lugar de resistencia, comunión y desfogue. Este lugar común del que han abusado periodistas culturales cobra un nuevo sentido en el segundo álbum de estudio de La sonora Mazuren, agrupación con sede en Bogotá. Sumándose a la ya rica escena de tropicalidad alternativa, esta orquesta monumental se ha convertido en un hito psicodélico de las rumbas nocturnas capitalinas y Bailando con extraños es una contundente evidencia del poder que logran conjurar en un vivo demoledor y explosivo. Es una celebración de la pluralidad social, pero también de las vertientes que inspiran su sonido: cumbia, chicha, guaracha, champeta y otros estilos, principalmente de Ecuador, Colombia y Perú que conjugan con una actitud desparpajada que suena punk en ocasiones. Principalmente construido desde la fuerzas instrumental de sus intérpretes, siete reputados músicos de la escena musical bogotana de variopintas procedencias como Oh’laville, La Perla, Conjunto Media Luna, La Tromba Bacalao o La Pambelé. Producido por Eblis Álvarez de los Meridian Brothers, Los Pirañas y Muérdeme el dedo, Bailando con extraños es una celebración entre sintetizadores, guitarras eléctricas y una percusión contundente que no sigue fórmulas ni parámetros. Como lo expresa la banda en “Baile de muertos”: “Nosotras hacemos lo que se nos da la gana”. Ojalá nunca dejen de crear desde esta máxima independiente.
Velandia y la tigra
Proverbios burros
Cada uno de los álbumes de Velandia y la tigra están necesariamente enmarcados en una larga historia que compone también los discos que lo preceden. Esta continuidad artística es un arma de doble filo, pues siempre estaremos comparando la inventiva, la originalidad, la reinvención de cada una de sus obras, contrastándolas de manera inevitable. Así, se establece una continuidad artística en los procesos de Velandia, que incluye sus canciones solistas, su trabajo anterior con Cabuya y sus arengas sociales junto a Adriana Lizcano. Así las cosas, Proverbios burros marca el feliz regreso de una banda que se ha convertido en un ícono de la música alternativa nacional, incluyendo a las cuatro partes que se despidieron para asumir cada uno su propio camino en las artes sonoras. Las expectativas eran altas y Velandia, como no podía ser de otro modo, no decepciona. El álbum encuentra lo mejor de sus variopintas personalidades poéticas: la reflexiva, la romántica, la social, la narrativa, la soez, la popular y la introspectiva. El disco reúne una colección de canciones que habían sido poemas desde hace tiempo, reunidos principalmente en el Cancionero rasqa y en Cuatro flechas, y presenta formas menos introspectivas con relación a Egippto: Reqiem Rasqa por Cielito. Reaparece también la emisora popular ficticia la Jodencia y el DJ Trucha. Es un álbum cargado de guiños para los fanáticos casi perfecto. Pero, todo hay que decirlo, sumar una nueva versión de “La nevera” (y más combinada con la estética de ala caída de Los Aterciopelados que no ha ofrendado una canción interesante en más de quince años) era absolutamente innecesario: ya había aparecido como sencillo en 2018 y la había interpretado únicamente con guitarra de palo en El Karateca. Así las cosas, esta inclusión nos recuerda al triste ejercicio de ChocQuibTown de incluir cuatro versiones de “Cuando te veo” en su álbum El mismo de 2015. Pero, al final, Velandia y la tigra es Velandia y la tigra. Y sus canciones nuevas son certeras e hirientes.
Vic Deal
Medellín Jazz Panorama
Por primera vez en su inquietante carrera, Víctor Ortíz, conocido principalmente por su nombre de MC Vic Deal, publica un álbum completamente instrumental. Antes se había valido del seudónimo de Bopscat para presentar su faceta más experimental como beatmaker, tal vez intentando evitar el prejuicio de quienes se adentraran a su sonido sin poema. Medellín Jazz Panorama es una extraña joya en la que el productor y diseñador de la capital paisa juega con toda la plétora de sonidos de la longeva historia del jazz para rendirle homenaje a este género inmortal valiéndose de samples tomados de sus canciones favoritas. No son beats para rapear encima, por lo que el álbum deviene en un ejercicio abstracto de composición, permitiéndose experimentar libremente con formas y acentos. Inspirándose en su ciudad, Vic Deal construye un complejo y refrescante paisaje sonoro que remite más a un ejercicio de psicogeografía o de deriva surrealista que le permite perderse entre árboles, canciones, personas y construcciones. Medellín Jazz Panorama es un ejercicio de escucha inquietante, introspectivo, que descubre la faceta más melómana del MC, tan sagaz en sus rimas como en las formas de su sonido. Es un álbum reposado y construido con minucia y ello destaca en cada detalle de la producción, en cada lúdica armonía que ayuda a construir esta ciudad imaginada en sonidos.
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