En 1928 Oswald de Andrade, poeta brasileño, presentaba su Manifiesto Antropofágico. En él proponía el argumento de que la mayor virtud histórica de la sociedad brasileña era la de “canibalizar” otras culturas. Por aquel entonces las vanguardias artísticas estaban fascinadas con la figura del caníbal ritual de la “exótica” América Latina y de Andrade encontraba de esta manera la posibilidad de erigirse en contra de la dominación cultural europea poscolonialista. “Tupi or not Tupi: that is the question” se convirtió en un mantra para los polémicos vanguardistas del país latinoamericano, al mismo tiempo una celebración de la cultura indígena tupi que practicaba algunas formas de canibalismo ritual, y una forma metafórica de canibalismo cultural en el sentido de que devoraba a Shakespeare, faro cultural del viejo continente. Cabruêra, legendaria banda brasileña con dos décadas dando bombo, aprendió la lección con excelencia y ha logrado combinar en una carrera plagada de éxitos, ritmos foráneos como el ska, el funk y el rock psicodélico con tradiciones del cancionero popular nordestino y expresiones propias del país como la samba. Tomando su nombre de los famosos cangaceiros, famosos guerrilleros del siglo XIX, la banda se ha propuesto tomar los más variados discursos musicales y, como las cabras que todo resisten y a la que apela su nombre, “digerirlos y vomitarlos en un marco de la utilización de recursos tecnológicos”.
Formada en la ciudad de Campina Grande, en el interior de Paraíba, Cabruêra ha desarrollado, durante dos décadas, un trabajo que se sumerge profundamente en la cultura brasileña, especialmente la nordestina. La banda grabó seis álbumes llenos de citas del cancionero popular y reinterpretaciones de canciones inmortalizadas en el dominio público brasileño en dos décadas de trayectoria. De manera independiente y a través de la autogestión, Cabruêra ha logrado llevar su música más allá de las fronteras de Paraíba, haciendo varias giras en Brasil y en el extranjero, con presentaciones en 20 países entre las que destacan el festival Roskilde (Dinamarca), Womad (Reino Unido), Summerstage (NY) y el Festival internacional de Jazz de Montreux, entre varios otros. El lanzamiento del sexto álbum de Cabruêra, de la mano del productor Felipe Álvares de Polén Records, en el momento en el que la banda celebra dos décadas de carrera, se presenta como un paso que celebra un momento importante en la historia del grupo, siendo también un reconocimiento para la preservación de la memoria de su trabajo y su esfuerzo por llevar su cultura más allá de las fronteras geográficas y del idioma.
Para su sexto álbum de estudio, Sol a pino, la banda brasileña une esfuerzos con Polén Records, en cabeza del productor Felipe Álvarez. El pasado viernes Cabruêra presentó “A vida”, un tema explosivo con visos de ska y reggae que tiene una poderosa sección de vientos. “Es una canción que hice cuando vivía en Río de Janeiro con Cabruêra. Así que hay una influencia de la samba particularmente en el estilo de composición de las letras”, explica Arthur Pessoa, voz del ensamble. “Al igual que el forró, la samba también tiene su origen en los ritmos africanos que en Brasil están presentes en varios otros ritmos de diferentes regiones del país, como maracatu, jongo, coco, tambor de criola, etc. Es música con esta influencia donde se genera un diálogo de samba con funk a través del ritmo”, continúa.
Continuando con su forma de trabajar característica, la mezcla de la pista bebe de múltiples referentes musicales, lo que le da a “A vida” un color particular, pero reconocible, que invita al baile al igual que a la contemplación. “El forró de Brasil hablando con HiLife de Ghana o el afrobeat de Nigeria, o el ska jamaicano hablando al ritmo de Rojão, que está muy presente en las fiestas de São João y en las cuadrillas, que son bailes colectivos con varias parejas”, explica Pessoa. La mezcla de atmósferas electrónicas que remiten al dub jamaicano le da una fuerza casi espiritual al lanzamiento, lo que permite la posibilidad de entrar al corte como si se tratase de un nuevo plano espiritual. “A vida” tiene la fuerza interpretativa de una banda que desde la autogestión se ha convertido en un referente latinoamericano por su perseverancia y calidad musical. Grabada en Brasil y producida en Bogotá, la composición nos permite unificarnos como continente, compartir nuestras expresiones culturales y trazar un diálogo entre naciones. Lléguenle aquí.
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