En el shoegaze español no hay sonido como el de los granadinos de Apartamentos Acapulco, una agrupación alucinante que, desde 2015, nos está regalando canciones con alma, tripa y corazón con la publicación de su EP autotitulado. El pasado 8 de octubre la banda presentó su tercer álbum de estudio, sucesor de su delicado El resto del mundo de 2019. Su nueva aventura sonora, conformada por 11 cortes, es un álbum en el que la banda explora los aspectos más fuertes de una propuesta que ha venido consolidando durante varios años y en el que también se permite experimentar con nuevas sonoridades que nutren su ya rico sonido en el que la historia del pop triste de Reino Unido de principios de los noventa es la columna vertebral. Sí, hay reminiscencias a Los Planetas o a Él mató un policía motorizado, pero es que la sombra de ambos actos claves del indie se proyecta a todo el under en habla hispana. Sin embargo, Apartamentos Acapulco construye su propio manual de melancolía con una veta musical que les es única. Como instrumentistas son geniales y como poetas son capaces de dar forma a sentimientos complejos con imágenes evocativas y efectivas, nunca efectistas. Shoegaze, post punk revival a la manera de los neoyorquinos de The Strokes, synthgaze y algo de slowcore suman a este cóctel sonoro que anticipa una senda llena de éxitos para los granadinos. Hay espacio para la reverberación psicodélica, para la lacrimosa despedida y el ensueño de nuevas oportunidades con acordes más optimistas. Es un disco preciso y precioso al que quisimos adentrarnos más hablando Ismael Cámara (voz, guitarra y teclados).
Quisiera comenzar hablando un poco de la historia de la banda para contextualizarla al público colombiano. ¿Cómo nace Apartamentos Acapulco y en qué circunstancias?
Apartamentos Acapulco nace simplemente con la idea de hacer canciones sin más, sin ninguna pretensión de que nadie nunca las llegase a escuchar, ni montar una banda, ni dar un concierto ni mucho menos. Lo que pasó que las canciones poco a poco empezaron a gustar y gustan hasta día de hoy.
El resto del mundo, vuestro anterior trabajo, los encontró cerrando el 2019 con un sonido muy fuerte y muchas posibilidades que se abrían para la banda. Luego llegó el puto Covid. ¿Cómo afectó esta pandemia la composición y definición del sonido del álbum?
Pues afectó sobre todo en cuanto a tiempos. Este tercer álbum comenzó a gestarse en 2019, la idea era que saliese en 2020 y, al final, todo se retrasó. Eso ha influido también en que tuviésemos más tiempo para componer. Normalmente trabajamos con unas 12-14 canciones cuando vamos a sacar a un disco y esta vez nos juntamos con 22. El disco ha sido más trabajado y más pensado que otros, principalmente por el tiempo que nos ha dado la pandemia a todos.
En ese orden de ideas, ¿cómo se dieron las canciones de El año del tigre?
Pues hay canciones de muchas etapas diferentes. Lo importante es que cuando las juntamos nos dimos cuenta de que todas encajaban, que todas tenían un mismo discurso, que era el que queríamos dar y ahí quedo.
Me gusta que os hayáis adelantado un año en el horóscopo chino para nombrar el disco, pues el año del tigre empieza oficialmente en febrero de 2022. El tigre es el animal de la aventura, la valentía, la amabilidad y la benevolencia en este calendario. ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Es una suerte de augurio de buena suerte?
Pues un poco sí, cuando ya fechamos salida del disco, pensamos que nuestro año debía de ser el 2022 y buscando referencias de cosas que nos gustaran apareció lo del año del tigre. Leímos sobre él, todo el tema de la aventura, la valentía, nos vimos reflejados y nos gustó como sonaba, así que decidimos que se quedara. El 2022 esperamos que sea nuestro año.
En El año del tigre hay momentos de vertiginoso júbilo sonoro y densos cortes de sonido melancólico. Sin embargo, esta doble identidad no se anula, sino que se siente como dos caras de la misma moneda. Cuando están definiendo el orden de un álbum, porque es un producto redondo antes que una colección de sencillos, ¿cómo definen los picos y valles de la lista de canciones? ¿Cuál es la intención para el escucha?
Creemos que la música debe expresar sentimientos, y nuestra manera de verlo es así, entre altos y bajos. Nos sentimos igual de cómodos en una cosa como en la otra y creo que es algo que siempre nos ha definido. No buscamos nada en concreto con esto, es sólo expresar lo que sentimos y jugar con la música para hacerlo. De una manera más viéndolo desde fuera, siempre nos han gustado los discos variados, creemos que son más amenos de escuchar.
En ese sentido, me gusta mucho este ejercicio continuo de los posibles finales cerrando cada disco, ¿de dónde nace esa idea?
Somos un poco “nube negra” y siempre que sacamos un disco pensamos que puede que sea el ultimo. De ahí la idea de hacer una canción que hable de eso, de si es nuestro último disco, haya una canción de cierre.
La distancia, física y espiritual, es uno de los temas poéticos centrales del disco. Es como si, a la luz de la era de la híper conectividad, esta pandemia nos hubiera servido para entender cuán solos y desconectados estamos realmente. Siento que El año del tigre tiene una pregunta detrás por la conexión entre las personas y qué es lo que hace que estas uniones cedan. ¿Estoy absolutamente equivocado y no entendí nada?
Es cierto, utilizamos la música para expresar lo que llevamos dentro, como una terapia para sacar todo lo malo fuera. De ahí que en muchas de las canciones hablemos de cosas que nos preocupan y aprovechamos el momento para quitárnoslas del medio. Claro que la distancia es algo que está siempre ahí, y quizás con todo el tema que hemos vivido pues es algo que nos preocupa aún más.
Cerrando el disco, antes de “Posible final III”, está “Vámonos de viaje” que es uno de los pocos momentos en el que ambas voces, la de Angelina y la de Ismael, comparten el espacio de la canción. También es un momento de sopesada esperanza que sirvió como último sencillo promocional. ¿Por qué cerrar el álbum en esta nota?
Creímos que la canción tenía todo lo necesario para ser la última con la que cerrar el disco (antes de “Posible Final III”), también por la parte instrumental del final, es una canción que se va casi a los 6 minutos. Aunque el mensaje pueda parecer negativo con eso de “vámonos de viaje a ninguna parte” para nosotros no lo es, es más el pensar en seguir hacia delante, aunque no sepamos el destino. Así somos, y así estamos, con un camino muy claro hacia delante sin plantearnos a donde nos llevará.
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