En el panorama del hip hop colombiano, que es tan rico como extenso, nadie ha explorado de manera tan científica y humana la parte blanda del corazón como Ali Rey Montoya, conocido por todos como Ali A.K.A. Mind. Desde hace más de quince años, el rapsoda bogotano ha presentado un diferencial de marca concreto, en el que sobresale su sensibilidad para narrar historias conmovedoras, haciendo de la ciudad y sus habitantes protagonistas centrales de su grueso catálogo de canciones. Su habilidad para apelar al lado más íntimo de las pasiones humanas lo ha convertido en un referente central de la nueva generación de narradores. Con la convicción de que el amor es más poderoso que cualquier trampa humana, Ali ha trazado una carrera plagada de éxitos en los que su visión particular de las cosas les ha permitido a sus escuchas relacionarse de manera personal con su universo lírico. Con una inteligencia lírica y emocional avezada, el compositor bogotano brilla con luz propia, regando su energía vital en el corazón de quien tiene la buena fortuna de toparse con su música. Ahora, el bogotano viene por más y prepara su noveno álbum de estudio con el lanzamiento de “La llave del universo”, un corte introspectivo en el que reflexiona consigo mismo.
Después de la muy emotiva “Buen viaje” y de la combativa “Uno”, el MC bogotano presenta el segundo capítulo de una serie audiovisual en la que narra una historia enclavada en sus más íntimas reflexiones. “La llave del universo” es una inteligente reflexión en torno al todo y la nada, a cómo de la nada puede emerger todo y cómo todo cuanto tenemos se volverá nada una vez ya no estemos. En ese sentido, la composición es un carpe diem en su definición literaria, un memento mori que rompe los espejos para diluir la vanidad en el reconocimiento de la senda que nos antecede y el misterio que se extiende en el camino a recorrer. Más que una conversación con sus seguidores a la manera de “Deja”, Ali parece estar hablando consigo mismo, recordando cuanto es central en su vida y cuanto es frivolidad y nimias trampas del ego. Empero, como siempre, cuando más habla para sí el rapero, mayor atención debemos prestarle, pues sus cavilaciones se han convertido en bálsamo reparador en la adversidad del público de habla hispana desde hace más de una década.
El nuevo lanzamiento del artista abre paso a lo que es el segundo capítulo de una serie de videos que hilan la historia entre Ali, Manjit y una fuerza oscura que busca acabar con él. También representa el final de una trilogía, en la que el capítulo uno y el anexo, se unen para contarnos toda esta primera parte de la historia y nos deja a la espera de lo que viene. Así, Ali recorre laberintos en ruinas y se ve seducido por los espectros del espectáculo y la belleza hiperbólica que gira sobre sí misma en un acto de contemplación de su propio ombligo. Perseguido por la presencia oscura con la que se batió en duelo en “Uno”, Ali es auxiliado por Manjit para vencer los demonios sin rostro que lo acosan. Dando un paso al frente y jugándose la vida en la apuesta última, el rapero brinda con la muerte y se prepara para arriesgarse hasta el límite.
Con la participación de Kiño y Realidad Metal, Ali, junto al director Santiago Díaz-Vence y todo su equipo se unen para regalarnos una pieza profunda, en la medida que, al integrar el cine como parte de su música, nos deja cada vez más a la expectativa de lo que podrían ser los próximos capítulos y el desenlace de esta historia que comenzó con “Uno”. De esta forma, el rapero bogotano confirma que su proyecto se extiende mucho más del universo musical, en el que es una estrella rutilante, para viajar por los ámbitos del mundo audiovisual, la poesía y la sabiduría estoica a la que la humanidad cada vez más se ha visto en la necesidad de retomar. Seguramente este álbum será uno de los esfuerzos mejor logrados de una carrera que no tiene tropiezos estéticos, que ha venido evolucionando para bien hacia las formas más puras de un arte único.
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