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Por Ignacio Mayorga Alzate

No Stories demuestra que el marketing es clave para la independencia


La historia es la siguiente: varias semanas antes del lanzamiento del nuevo sencillo de No Stories, “Ahí estaré”, un oso gigante fue visto en varias fiestas del circuito independiente bogotano, en el concierto Radiónica e, incluso, en algunas de las publicaciones de redes de bandas de la “escena”. Lo que sea que ello signifique. El caso es que quienes vieron al oso en El Chamán, en el Movistar Arena y demás venues de la capital empezaron a especular por redes todo lo que podría significar este misterioso personaje. Hace diez días el misterio fue resuelto: el oso es el personaje entrañable del nuevo videoclip de No Stories, el cual acompaña su sencillo “Ahí estaré”. Más allá de hablar del lanzamiento de la banda liderada por Gabe Silva, que lo haremos, quiero llamar primero la atención de la estrategia de marketing detrás de este lanzamiento, pues considero que es imprescindible que más bandas de la movida alternativa o independiente comiencen a tomarse más en serio el tema del mercado.

No soy un experto y probablemente podrán censurarme, pero los algoritmos nos tienen jodidos en el nicho. El fenómeno de Armenia, Distimia Agorafóbica o Babelgam es la excepción a la regla y, sin embargo, detrás de la primera y la tercera imagen hay una clara intención de imagen que han sabido cultivar para generar interés en el público bogotano. La mayoría de las veces, sin embargo, las bandas lanzan sencillos de una manera desorganizada, sin sopesar que es probable que los “artistas” de música urbana se los van a comer vivos en las plataformas de streaming, que ya con el talento no es suficiente. Y eso es doloroso. Me duele ver que bandas con un potencial enorme y una calidad interpretativa sin par no lleguen a más oídos porque no prestan atención a las redes o descuidan sus canales de comunicación. Sé lo complicado que es explicarle a un artista puro y nato que el juego hace mucho dejó de ser una discusión de talento, de honestidad y de calidad en formas, para convertirse en un sucio manejo de la industria. Y, por más de que trate de hacer lo posible desde aquí, este portal es insuficiente para visibilizar todos los maravillosos sonidos que se pierden entre muros y ventanas.

Entra No Stories. La banda colombiana lleva seis años de trayectoria y se ha presentado en importantes locaciones del país y de los Estados Unidos. Su carácter híbrido debido a la crianza de su líder en el país de Springsteen ha creado una serie de canciones en inglés que constituyen un catálogo importante y un reconocimiento en prensa valioso para una banda que se ha autogestionado. Su sencillo “Ahí estaré” es una conmovedora declaración de afecto para una persona que está sufriendo y a la que no podemos del todo ayudar. El videoclip, protagonizado por nuestro amigo oso, está lleno de imágenes entrañables y enternecedoras. Hay storytelling, hay recordación de un producto. Es un acierto, sobre todo a la luz de que su campaña de expectativa fue planeada minuciosamente y se fue desarrollando varios días antes del lanzamiento del sencillo.

Digo producto porque es el resultado de un esfuerzo y un trabajo. Digo producto porque es un producido de materiales intangibles que hacen parte de la experiencia estética del músico: horas de composición, escritura, ensayo y grabación. Digo producto, también, porque si como artistas no pretendemos vivir de nuestro arte no sé muy bien a qué estamos jugando. Es válido: comprometer la sensibilidad propia en aras de “pegar” en radio es una retórica deshonesta que no recibirá nunca cubrimiento en un medio como este, en el que, de alguna u otra manera, buscamos presentar esfuerzos con alma y con entereza creativa que buscan sobresalir de esa nata molesta de canciones derivativas del mismo dembow de hace una década. La invitación no es a cambiar el mensaje, es a buscar una manera más inteligente de comunicarlo. Después de todo, ya se tiene lo principal que es el talento y una canción con la que esperamos mover corazones.

Veo la cosa desde dos perspectivas: el lado romántico que sobrevive a mis años adolescentes de primeros toques de punk en locaciones clandestinas, y el lado pragmático, aquel que se pregunta cómo hacer rentable un esfuerzo de años lleno de palabras, reflexiones y una atención aguda. No creo que la solución sea contratar un equipo de marketing: creo que si encontramos la figura precisa para cerrar un coro también podemos dar con una estrategia de divulgación elocuente. Mi invitación es a que nos tomemos el tiempo de pensar en ello, porque está visto que la canción por sí sola no va a volar entre los algoritmos del mercado. No Stories, en este sentido, lo hizo bien y nos da a todos una lección importante.


Primero la banda ya tenía la materia prima: una canción perfectamente pop con un mensaje con el que cualquier escucha puede empatizar. La destreza de seis años tocando juntos les permitió crear una pieza sonora memorable y entrañable. No conformes con ello, decidieron crear una estrategia que, si bien sencilla, fue memorable y los puso en el mapa pues se infiltró en el nicho de una manera llamativa e inquietante: todos querían saber quién era el oso. La estrategia fue buena, la canción lo es aún más. Yo sé que en este país hay miles de canciones excelentes, pensemos un poco también el lado de cómo compartirlas. Lo de No Stories es un acierto. No sólo a nivel sonoro si no por el hecho que llevó el juego un paso más adelante, permitiendo que elementos de activaciones BTL, dinámicas de marketing presencial y una identidad de marca impactante colaboraran para dar más difusión a su música. En ningún momento comprometieron su esencia, sino que fueron creativos para compartirlos con más personas. Al final, de eso también se trata. A la luz de esto, seguiremos esperando su primer álbum para 2020.


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