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Foto del escritorIgnacio Mayorga Alzate

Diez álbumes para recordar los sonidos argentinos de 2022



Desde hace un tiempo ampliamos el radar de nuestro cubrimiento para empezar a trabajar los lanzamientos del resto del mundo. Durante años hemos hecho un esfuerzo por entrevistar a algunos de los músicos más importantes del continente y de España, pero no fue sino hasta el 2020 de reinventarse que comenzamos a colaborar más abiertamente con creadores de todo el mundo. Así es que, como no podía ser de otra forma, escogimos los lanzamientos de Argentina que más nos gustaron en 2022. Decir que algo es mejor que lo otro es una opinión que no nos interesa dar, pero siempre tratamos de traer el foco sobre creadores que nos han legado interesantes composiciones que consideramos podrían ser de su agrado. Argentina es una potencia musical para el continente y desde hace mucho tiempo dejó de ser solamente un referente para el rock, permitiéndonos empaparnos de otras formas de vivir sus sensibilidades, demostrando que sus músicos y productores son tan versados como sus escritores y jugadores de fútbol. Uniéndonos a la celebración de su cultura, nos decantamos por diez discos que nos estremecieron a lo largo del año que dejamos atrás. Ya nos preparamos para que este 2023 continúe sorprendiéndonos con nuevas y fascinantes canciones.


Bandalos chinos – El Big Blue


Inaugurando uno de los nuevos estudios del Sonic Ranch, en Texas, la banda argentina dio forma a su disco más sincero y emotivo. Aquí no ironizan sobre su nuevo estatus de estrellas del rock como en su esfuerzo inmediatamente anterior, Paranoia pop. Apoyados de nuevo por el productor Adán Jodorowsky, la banda logra construir un disco en el que suenan a sí mismos más que nunca. Después de ensayar las canciones, la banda las grabó en bloque y en cinta en una sola toma. Allí están los suspiros previos a que empiece “Cállame”, los momentos en los que la banda es poco menos que perfecta, sus voces al unísono desvirtuando individualidades y funcionando como un solo cuerpo en sincronía. Es un disco melancólico en el que necesariamente entran las reflexiones ansiosas de las cuatro paredes que habitamos durante varios meses. Y es tan humano y puro, tan sensible y conmovedor, tan elocuente y sofisticado. El Big Blue es un disco que vuelve sobre el ejercicio de la canción, el de construir himnos para cantar susurrado al oído del bien amado o para gritar histéricamente en venues atestados de almas al borde del desmayo. (Cualquier parecido con su presentación en Bogotá, en el que la banda se mostró comprensiva y humana frente a un público al que se le había engañado y apretujado en un espacio sobrevendido, es absolutamente intensional). Si este fuera el disco por que vamos a recordar a Bandalos chinos ya tendríamos a una leyenda, pero es un álbum en el que siembran la posibilidad de explorar una veta creativa novedosa que seguramente seguirá llenándonos de alegrías y nostalgias.



Buenos vampiros – DESTRUYA!


Proponer sobre las formas del post punk es difícil. En la última década se ha convertido en el género del otro, de la periferia, el lenguaje favorito de los músicos darki. Irónicamente, esto ha generado una pléyade de actos alrededor del globo difíciles de diferenciar, de lo derivativos y similares que suenan. No así el caso con Buenos Vampiros, una banda de Mar de Plata que en 2019 sorprendía con el nocturno Paranormal y que regresó en 2022 con el imperativo de DESTRUYA!, un álbum para hacer catarsis sofisticada entre rímel, vino tinto y fangosas melodías de bajo. Navegando un mar turbio entre el goth rock, el lado más discotequero del dark wave, la base de las pesadillas del pop punk, la efervescencia de las guitarras del shoegaze y un delivery vocal que lo mismo recuerda a Siouxie Sioux que a Eduardo Benavente, la banda construye una serie de composiciones para mirar de frente al oscuro abismo en el que habita nuestra sombra para enseñarle el dedo corazón y partirle la crisma con pesadas botas de cuero. Es un disco sofisticado y emocionante. Es un álbum que necesitábamos sin saberlo y una de las confirmaciones de que se puede aún crear sobre el castillo embrujado que ya se erigía de tiempo atrás.


Dante Spinetta – Mesa dulce


Mesa dulce es la celebración más explosiva, sensual y coqueta de estar viva. Volviendo a las formas del G-Funk, el multiinstrumentalista argentino presentó hacia final de 2022 su quinto esfuerzo solista. Es un álbum cargado de groove, de coquetería fiestera, de elegante declaración de amor y principios. Michael B. Nelson, quien trabajó muchos años con Prince, le da a este disco el color de los cobres, lo que convierte a Mesa dulce en un puente que une el sonido del músico Mineápolis, Michael Jackson, Bruno Mars y la propia rebeldía sonora que planteó Spinetta en su proyecto Illya Kuriaki and the Valderramas, con el que lo conocimos en el continente hace cerca de tres décadas. Mesa dulce es un viaje extenso por diez canciones de perfecta factura, con dos paradas sobresalientes para colaborar con dos de los nombres claves del urbano contemporáneo argentino: Trueno y CA7RIEL. Spinetta ofrece en este álbum una declaración de amor a la experiencia vital y vitalista, retomando los lenguajes sonoros sobre los que ha trabajado en el pasado, pero siempre llevando su apuesta un poco más lejos.


Diosque – Rampaluz


Juan Román comparte lugar de origen con Mercedes Sosa y Palito Ortega. Y es una de las más inteligentes voces en el nuevo pop argentino. En su séptimo disco, el tucumano explora una variedad de géneros y colabora con nombres inquietantes de su contexto para crear un documento que le es sincero a la esencia inaugurada con I Can Cion de 2007, su primer álbum, pero que es propositivo, inquietante y marca una evolución constante en su particular forma de construir canciones. Diosque expresó en el momento de presentar Rampaluz, título inspirado por una canción del flaco Spinetta de principios de los noventa, que: “Exploré muchos rumbos, los más insólitos, pero me quedé en mi propio universo. Porque cuando uno más lo agita, más se asombra de los resultados”. Aquí el músico se siente en su espacio más cómodo, jugando con melodías hipnóticas y juguetonas, deformando su voz para que responda a la necesidad armónica de la canción y, sobre todo y como siempre, dando forma a poemas de una belleza inusitada, extraña y sorprendente. Es un disco maravilloso cargado de una sensibilidad pop única, aunada a un respeto por las formas más límpidas de su folclor patrio.


Ex-Colorado – Lo bueno del tiempo y las decisiones


Ex-Colorado es el nombre con el que el músico y productor argentino José María D'Agostino, más conocido como Peta, lanza su primer proyecto en solitario después de haber sido un importante protagonista de la música independiente argentina de las últimas décadas. El Peta, como lo conocen en la escena de la alternativa porteña, ha sido una de las manos invisibles del under de la capital argentina desde hace años. Con su banda Go-Neko! fue una pieza fundacional del sello Laptra y del krautrock en su país. Por su estudio, Moloko pasaron algunas de las bandas que fraguaron un sonido generacional: El Mató A Un Policía Motorizado, Las Ligas Menores, Bestia Bebé, 107 faunos, Atrás hay truenos y hasta Rosario Bléfari. Ex-Colorado, proyecto que inauguró en 2017, es una mixtura de krautrock de veta alemana con dream pop ochentero británico. Sin embargo, el disco se siente absolutamente auténtico. Sus influencias son apenas un lugar desde el que Ex-Colorado se erige para presentar sus cantos lóbregos y ensoñadores, auxiliado por el uso del muy setentero sintetizador ARP Omni, que utilizaron músicos tan diversos como The Cars, Joy Division o Los Bukis. Es un disco fascinante y ensoñador cargado de momentos vibrantes y conmovedores.


Feli Colina – El valle encantado


Para su tercer disco de estudio, la música salteña recrea un espacio mágico en el que se reencuentra con las musas, las diosas y su visión propia de espiritualidad en cada corte. Luego de Feroza de 2019, la artista entró en una fase en la que sintió que su potencial creativo estaba agotado. Y luego regresa con esa gema híbrida que transita entre mundos conceptuales y sonoros: a veces marcadamente digital y otras aguerridamente folclórica, Feli Colina plantea en este viaje varios encuentros llenos de ensoñaciones y paisajes irrepetibles. Su locus amoenus es una declaración de principios, un acto de resaltar el cuerpo presente como espacio de enunciación de canciones y sentires, una geografía de extrañas flores que habitan lo urbano, la raíz sonora andina y la lúdica en la producción a la manera de los ejercicios en la consola de los discos de Björk. Así como la prolífica islandesa, en este álbum Feli Colina también se ocupa de las labores de producción, auxiliada por Baltazar Oliver, lo que le permite darle su identidad propia a un disco singular. Inspirado en el Valle Encantado de Salta, un lugar que rompe con la geografía al poseer su propio microclima, el tercer disco de Feli Colina suena únicamente a sí misma: a sus miedos, a sus ilusiones, a su deseo de seguir construyendo canciones honestas y puras.


Fito Páez – Futurología Arlt


La segunda parte de la trilogía que Páez prometió concretar en apenas seis meses, que inauguró con Los años salvajes en noviembre de 2021 y que finalizó en mayo de 2022 con The Golden Years, es un ejercicio instrumental maravilloso en el que lo auxilia la Orquesta Sinfónica Checa. La grabación se realizó en ocho estudios diferentes: Traslasierra (Córdoba), Esmeralda (Buenos Aires), El Rancho (Buenos Aires), Spector (Buenos Aires), Cromo Música (Buenos Aires), Fort Music (Buenos Aires), Igloo Music (Los Angeles) y CNSO (Praga) y encuentra a un Páez que reflexiona sobre los hitos y la historia de la cultura argentina. Este esfuerzo está basado en la delirante y casi profética obra Los siete locos del aún por descubrir Roberto Arlt y presenta una visión artística que se extiende mucho más allá de su precisa factura musical. En efecto, el rosarino quería generar una puesta en escena multidisciplinaria en el que el baile, la pintura, las artes digitales y la performance colindaran con la interpretación virtuosa de esta veintena de canciones, según explicó en sus redes sociales. Este proyecto, cuya génesis se remonta a 1995, es la prueba viva de que Páez es uno de los grandes artífices de canciones de los últimos cuarenta años en la Argentina y en nuestro continente.


Mi amigo invencible – Isla de oro


Mi amigo invencible lideró la avanzada del indie mendocino hace quince años y, desde entonces, se ha convertido en un acto central de la música alternativa argentina. Parte del atractivo de la banda es que ha establecido un diálogo impecable entre las tendencias del sonido global y la impronta propia de su denominación de origen, el país en el que durante años se han escrito las más inteligentes canciones de rock. Isla de oro es un disco optimista construido en tiempo récord, en el que la banda se encuentra con melodías vibrantes y cálidas, volviendo al placer de componer como un ejercicio lúdico para volver a celebrar la vida luego de mucho tiempo en el que la gramática de la muerte signó las conversaciones del cotidiano. Con una nueva alineación y un aporte fundamental del productor uruguayo Martín Buscaglia, Isla de oro es un documento resplandeciente que celebra las victorias mundanas y se aparta de la solemnidad pandémica para reencontrarse con la frágil humanidad que ama, extraña, recuerda, crea canciones en la guitarra de palo.


Trueno – Bien o mal


Trueno ilumina todas las formas de lo urbano con su segundo esfuerzo discográfico, un álbum ambicioso que llegaba apenas un par de meses luego de que el rapero de Boca cumpliera su segunda década de existencia en la ciudad de la furia. Trueno entiende, lee y redefine el momento sincrético en el que se encuentra una música que parecía haberse quedada atascada en la fórmula y se inventa nuevas piruetas sobre la barra, novedosas cadencias sobre beats sofisticados y llenos de detalles minuciosos. Trueno es una fuerza viva que desciende de los cielos para enseñar a los mortales la luz del fuego. Y, sin embargo, más allá del ego trip que presupone la narrativa de toda la historia del hip hop, lo cierto es que es una presencia liberada de la soberbia, un orfebre de canciones que se enorgullece de su arte y valora el esfuerzo colectivo de quienes le ayudaron a llegar al lugar que hoy ocupa el joven MC. Esto implica, también, volver a la raíz de la música de los abuelos, pasar por el hip hop vieja escuela con que lo formó su padre y el sonido de reguetón y trap que sonaba en su barrio cuando empezaba su prodigioso ascenso como rimador.


Uji – TIMEBEING


Uji, proyecto solista de Luis Maurette, es hoy por hoy uno de los productores más alucinantes y versátiles de la electrónica enraizada. Este nómada musical nació en Buenos Aires y, desde hace varios años, se ha convertido en un vigía despierto de Latinoamérica, recorriendo sus senderos brumosos, sus selvas de lluvia eterna y sus desiertos de arenas cegadoras con una voracidad de aprendiz del Tíbet que busca llegar a un lugar más profundo, al núcleo en que duerme por siglos de abandono la esencia de las cosas, el sentido de la primera semilla. Después de su primer aventura solista, Alborada de 2018, y de trabajar en 2020 con los hermanos Torres en Marimbas de Guapí, Uji presentó cuando promediaba el año su propia reflexión del tiempo, un ejercicio multidisciplinario en el que el argentino sintetiza varios sonidos de los pueblos originarios de nuestro continente con una dosis lisérgica de psicodelia selvática y una base electrónica minimalista que apela al redescubrimiento propio antes que al despilfarro energético en las aceleradas pistas de baile. Es un disco intimista en el que Uji nos comparte su propia idea de trascendencia.



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